UNIDAD 12. HISTORIA DEL ARTE.



Venus de Milo
Aquí os podéis descargar en PDF: ARTE PREHISTÓRICO.
Aquí os podéis descargar en PDF: ARTE EN MESOPOTAMIA Y EGIPTO.
Aquí os podéis descargar en PDF: ARTE EN GRECIA.
Aquí os podéis descargar en PDF: ARTE EN ROMA.
Aquí os podéis descargar en PDF: ARTE ISLÁMICO.
Aquí os podéis descargar en PDF: ARTE ROMÁNICO.
Aquí os podéis descargar en PDF: ARTE GÓTICO.
Aquí os podéis descargar en PDF: ARTE RENACIMIENTO.
Aquí os podéis descargar en PDF: ARTE BARROCO.
Aquí os podéis descargar en PDF: ARTE ROCOCÓ, NEOCLÁSICO Y ROMÁNTICO.

CONTENIDOS.

1.    El arte prehistórico.

El arte paleolítico.

Las primeras manifestaciones de arte que se conocen surgieron hace unos 35.000 años, aproximadamente. 

Cueva de Lascaux (Francia)
Los grupos humanos prehistóricos comenzaron a realizar pinturas, escultu­ras y grabados. Son las primeras muestras artísticas del ser hu­mano y se han clasificado en dos grandes grupos: arte rupestre y arte mobiliar.

 Arte rupestre: 

Es el arte que se manifiesta en las paredes de las cuevas, los abrigos o superficies rocosas al aire libre y que se realizaron durante milenios. Así, es posible encontrar pinturas y grabados que se realizaron durante el Paleolítico, Neolítico y Edad de los Metales.

Bisonte en la cueva de Altamira (Santillana del Mar, Cantabria)

Las cuevas eran auténticos santuarios, en los que cada espacio tenía una función concreta: las esculturas y grabados se encontraban a la entrada, mientras que los grandes murales esta­ban en la parte más oscura y profunda.

Las pinturas son la representación artística más importante, de variados colores (ne­gro, rojo, ocre, marrón) de pigmentos naturales, y los temas son principalmente de los animales que cazaban (bisontes, ciervos, ca­ballos, mamuts...), aunque también hay muchos signos abstractos. Su significado hoy día es una incognita, pero hay muchos estudiosos que ven en estas manifestaciones artísticas una relación con fines mágicos, iniciáticos y religiosos pa­ra favorecer la caza o la procreación.

 La mayoría de los restos de pintura paleolítica del mundo se dis­tribuyen en la costa cantábrica española y el sur de Francia. Las cuevas de Altamira (España) y Lascaux (Francia) son las más im­portantes por sus restos de pinturas polícromas, es decir, pintadas en varios colores, así como sus grabados.

Caballo, Peña de Candamo (San Román de Candamo, Asturias).

En Asturias se conservan importantes manifestaciones artísticas del paleolítico como en la cueva de Tito Bustillo (Ribadesella), cueva de la  Peña de Candamo (San Román de Candamo) o la cueva del Pindal (Pimiango), entre otras.

Arte mobliar:  

Es el arte transportable, es decir, que se puede mover. Se compone de numerosos objetos de diverso tamaño, realizados en madera, marfil, hueso, piedra o arcilla. Con estos materiales elaboraron pequeñas esculturas femeninas (venus), cucharas, bastones de mando, placas decoradas, adornos, etc. Estos objetos, además pueden estar decorados con relieves y/o pintura.

Bastón de mando de la cueva del Pendo (Cantabria)

La venus son pequeñas esculturas que representan el cuerpo femenino, de formas voluminosas (grandes pechos, caderas y vientre), se han querido relacionar con imágenes propiciatorias de la fecundidad. Las venus paleolíticas más conocidas son las de Willendorf, Lespugue, Laussel , Brassepuy o Dolní Vestonice.

Venus de Laussel
El arte neolítico: 

Aparte de los utensilios propios de la vida cotidiana, como la ces­tería, la cerámica y el tejido, donde también se dejaba constancia por el gusto estético, ya que muchos de estos objetos eran profusamente decorados. En el Neolítico, al igual que en la etapa anterior, también se realizaron manifestaciones artísticas rupestres. En la zona levantina de la península Ibérica se encuentran números abrigos y covachas donde se localizan grupos de pequeñas figuras que representan escenas de vida cotidiana, de caza lucha, recolección de miel o danzas rituales, son más esquemáticas y monocromas (en negro o rojo) y representan la realidad de una manera simbólica.

Escena de caza. Cova dels Cavalls (Valltorta, Castellón)

Durante el Neolítico y buena parte de la Edad Metales, se comenzaron a construir estructuras de gran tamaño o gigantesco, como símbolo entre el ser humano y el mundo sobrenatural y funerario: son los monumentos megalíticos, cons­truidos con grandes bloques de piedra o megalitos. Los principa­les eran los menhires, o piedras alargadas clavadas verticalmente en el suelo; los dólmenes, o grandes losas horizontales sobre pie­dras verticales, y los crómlechs, o recintos circulares de menhires.


Stonehenge (Inglaterra)


2.    Arte en Mesopotamia y Egipto.

Las primeras civilizaciones históricas nos han dejado grandes obras de arte. Su principal característica es su gran calidad técnica y estética, teniendo en cuenta las limitaciones tecnológicas del momento histórico.

Estela de los buitres. Lagash, Sumeria  (2450 a.C.)
2.1.    El arte mesopotámico.

El arte mesopotámico refleja al mismo tiempo la adaptación y el miedo de las gentes a las fuerzas naturales, así como sus conquistas militares. 


En las ciudades de Mesopotamia, el templo fue el centro del comercio y la religión hasta que fue desbancado en importancia por el palacio real. 
Restos del zigurat de Ur.

El suelo de Mesopotamia proporcionaba el barro para los adobes que fueron el material constructivo más importante de esta civilización. Los mesopotámicos también cocieron esta arcilla para obtener terracota, con la que realizaron cerámica, esculturas y tablillas para la escritura


Se conservan pocos objetos en madera. En la escultura emplearon basalto, arenisca, diorita y alabastro. También trabajaron algunos metales como el bronce, el cobre, el oro y la plata, así como nácar y piedras preciosas en las piezas más delicadas. 


El arte de Mesopotamia abarca una tradición de 4.000 años con estilo aparentemente igual. Hasta la conquista por los persas en el siglo VI a.C. cada uno de los grupos que la habitó, hizo su propia contribución al arte mesopotámico. 

Detalle del friso de los arqueros reales (Susa).

La arquitectura de la Mesopotamia se sirvió en sus comienzos de los ladrillos de barro cocido, poco resistentes, lo que explica el alto grado de deterioro de las construcciones encontradas. Las obras más representativas de la construcción mesopotámica son los zigurats o templos en torre que datan de los primeros pueblos sumerios y que asirios y babilonios mantuvieron en lo formal. Éstos eran en realidad edificaciones superpuestas que conformaban especies de pirámides de lados escalonados dividida en varias cámaras. 

El zigurat de la ciudad de Ur es uno de los que mejor se ha conservado gracias a que después de su destrucción, por los acadios, el rey Nabucodonosor II lo mandó reconstruir. El templo constaba de siete plantas y en la terraza se encontraba el santuario. A la última planta se accedía por interminables y estrechas escalinatas que rodeaban los muros.

Capitel con cabezas de toro.

La arquitectura monumental aqueménida retomó las formas babilónicas y asirias con la monumentalidad egipcia y el dinamismo griego. Los primeros palacios de Pasargada de Ciro el Grande (559-530) poseían salas de doble hilera de columnas con capiteles en forma de cabeza de toro de influencia jónica. Para centralizar el poder, Darío (522-486) transformó en capitales administrativas y religiosas a Susa y Persépolis respectivamente. Sus palacios fueron los últimos testimonios de la arquitectura oriental antigua.  

En cuanto a las tumbas, los monarcas aqueménidas, que no siguieron la tradición zoroástrica de exponer sus cadáveres a las aves de rapiña, excavaron fastuosos monumentos funerarios en las rocas de montañas sagradas. Una de las más conocidas es la tumba de Darío I, en la ladera del monte Hussein-Kuh. Su fachada imita el portal de un palacio, y se halla coronada con el disco del dios Ahura Mazda. Este fue el modelo seguido posteriormente en las necrópolis.

Máscara de Sargón
Las primeras esculturas descubiertas en la Mesopotamia datan del 5000 a.C. y son en su mayoría figuras de barro muy similares a las de las Venus prehistóricas encontradas en el resto de Europa. En el milenio siguiente se refleja una estilización de las formas tendientes al naturalismo y se encuentran piezas en mármol tales como bustos, estelas conmemorativas y relieves. La más importante es la estela encontrada en Lagash, considerada la más antigua del mundo en cuanto que en ella aparece por primera vez la narración figurativa de una batalla.

Las estatuas más típicas son figuras de hombre o mujer de pie, llamados orantes, ataviados con largas túnicas con las manos tomadas a la altura del pecho, siendo la cara la parte más llamativa del conjunto por el relieve de los ojos normalmente realizados con piedra. En cuanto a los relieves, estos han sido de una importancia fundamental para comprender la historia, la iconografía religiosa y el ceremonial de los pueblos mesopotámicos.

Leona herida. Bajorrelieve asirio.

Existían varios tipos, entre ellos los esculpidos en la piedra y los realizados sobre ladrillos esmaltados como es el caso de los pocos restos encontrados de la famosa "Puerta de los dioses" (de hecho, eso significa Babilonia) y los de arcilla. Dependiendo del pueblo y de la ciudad los temas y los estilos variaban: durante las dinastías acadia y persa la temática era la narración de la victoria de los reyes, mientras que en tiempos de los babilonios se preferían las representaciones de las divinidades o de las tareas cotidianas del pueblo.

Estandarte real de Ur
La orfebrería mesopotámica constituye uno de los hallazgos más interesantes de las excavaciones de tumbas reales y templos. El trabajo de los metales era una de las actividades artísticas más importantes en los pueblos mesopotámicos. Si bien la mayoría de las tumbas fueron saqueadas por los ciudadanos de sucesivos asentamientos poblacionales, que descubrían los tesoros cavando para construir sus casas. Algunos, han llegado intactos hasta hoy, como el tesoro de los reyes de Ur.

Entre los valores más preciados de este tesoro se cuenta el tocado de una de las sesenta y cuatro cortesanas enterradas en el sepulcro real, de una suntuosidad y un diseño exquisito, en el que finísimas láminas de oro imitan hojas y pétalos de flores. Restos de vajilla labrada en oro y numerosísimas estatuillas de cobre, uno de los metales más trabajados, así como collares y brazaletes de cornalina, lapislázuli y plata e instrumentos musicales con piedras preciosas completaban el tesoro más antiguo del mundo oriental.

Tocado en oro de la reina. Tesoro real de ur.

En las formas y el modelado del metal se descubre un naturalismo de cierta ingenuidad, con obsesión por el detalle ornamental. Se hace difícil un estudio del estilo general de la orfebrería mesopotámica debido a la gran variedad de pueblos y culturas que poblaron sucesivamente el territorio. Sin embargo, en todos los objetos se descubre el valor de las fuerzas de la naturaleza y la esperanza del hombre en una vida después de la muerte, algo que explica que los objetos más valiosos se encontraran en los sepulcros.

También durante el Imperio Persa (VI a.C.) la orfebrería experimentó un florecimiento. Los tesoros encontrados en las excavaciones dan cuenta de la habilidad de los artesanos en la realización de bellísimos utensilios y objetos decorativos en oro y plata. Destacan sobre todo las piezas del último período del Imperio. El naturalismo de las estatuillas destinadas a los hipogeos y el logrado dinamismo de su decoración refleja la influencia de los artistas griegos.

Ruinas del palacio de las mil columnas. Persépolis.


 2.2.    El arte egipcio.

La esencia de la arquitectura egipcia lo constituyen sin duda las pirámides, cuyas técnicas de construcción siguen siendo objeto de estudio de ingenieros y historiadores. El creador de las mismas fue el arquitecto Imhotep, durante la tercera dinastía, y su obra le valió la divinización. En un principio las tumbas egipcias tenían la forma de pequeñas cajas y eran de barro, recibiendo el nombre de mástabas (banco). Fue este arquitecto el que superpuso las mástabas dando forma a la pirámide. 

Mastabade Khoufoukhaf. IV Dinastía. Gizeh
Figura sedente de Imhotep. (h. III a.C.)

También se debe a Imhotep la utilización de la piedra en lugar del barro, que sin duda servía mejor en vistas a la conservación del cuerpo del difunto. Las primeras pirámides fueron las del faraón Zoser y eran escalonadas. Las más célebres del mundo pertenecen sin embargo a la IV dinastía y se encuentran en Gizeh: Keops, Kefrén y Mikerinos de caras completamente lisas. La regularidad de ciertas pirámides se debe, aparentemente, a la utilización de un número áureo que muy pocos arquitectos conocían. 

Complejo funerario del faraón Zoser, al fondo, pirámide escalonada.Saqqara (h. 2650 a. C)

Otro tipo de construcción fueron los hipogeos, templos excavados en la roca dedicados a varias divinidades o a una en particular. Normalmente se hallaban divididos en tres cámaras de las cuales la primera era para los profanos, la segunda para el faraón y los nobles, y la tercera, para el sumo sacerdote. La entrada a estos templos eran guardadas por galerías de colosos o esfinges. En cuanto a la arquitectura civil y palaciega, las ruinas que se conservan permiten recabar muy poca información al respecto.

Hipogeo o templo de Hatshepsut. Tebas.
La escultura egipcia fue ante todo, animista. Encontró su razón de ser en la eternización del hombre después de la muerte. Fue una escultura eminentemente religiosa y funeraria. La representación de un faraón o un noble, era la reemplazante física del muerto, su doble, en caso de descomposición del cuerpo momificado. Esto justificaría el exagerado naturalismo logrado por los escultores egipcios, sobre todo en el Imperio Antiguo. Con el paso del tiempo, al igual que la pintura, la escultura se estilizó. 

Tríada de Micerinos. Grauvaca. Dinastía IV. Museo de El Cairo

Las estatuillas de barro eran piezas concebidas como complementarias del ajuar en el ritual funerario. En cuanto a las estatuas colosales de templos y palacios, surgieron a partir de la Dinastía XVIII como parte de la nueva arquitectura imperial. Poco a poco, las formas se fueron complicando y pasaron del realismo ideal al amaneramiento completo. Con los faraones tolemaicos la gran influencia de Grecia se hizo sentir en la pureza de las formas y el perfeccionamiento de las técnicas

Maqueta de preparación de cerveza y pan. Madera policromada. IV Dinastía. Museo de El Cairo.
En un principio, el retrato tridimensional fue privilegio de faraones y sacerdotes. Con el tiempo fue posible a ciertos miembros de la sociedad como escribas y sacerdotes. De los retratos reales más populares merecen mencionarse los dos bustos de la reina Nefertiti, considerada una de las mujeres más bellas de la historia universal. Ambos son obra de uno de los pocos artistas egipcios conocidos, el escultor Thutmosis, y se encuentran hoy en los museos del Cairo y de Berlín, respectivamente. 

Busto policromo de la reina Nefertiti.
No fueron menos importantes las obras de orfebrería, cuya maestría y belleza son suficientes para testimoniar la elegancia y el lujo de las cortes egipcias. Los materiales más utilizados eran el oro, la plata y las piedras. Las joyas siempre tenían alguna función específica (talismanes), lo mismo que los objetos elaborados para templos y tumbas. Los orfebres también colaboraron en la decoración de templos y palacios revistiendo muros con láminas de oro y plata labrados con inscripciones, de los que apenas quedaron testimonio. 

Escriba sentado. Museo del Louvres, Paris.

La pintura egipcia experimentó su máximo apogeo durante el Imperio Nuevo. Sin embargo, dado el carácter religioso y funerario de la misma, las técnicas pictóricas evolucionaron muy poco de un período al otro. Más bien se mantuvieron siempre dentro del mismo naturalismo original. Los temas eran normalmente narraciones de la vida cotidiana y batallas, además de leyendas religiosas. 

Tumba del faraón Tutankamón.
Las típicas figuras de perfil con los brazos y el cuerpo de frente de los murales egipcios, son producto de la utilización de la perspectiva aspectiva. Los egipcios no representaron las partes del cuerpo humano según su ubicación real sino teniendo en cuenta la posición desde la que mejor se observara cada una de las partes: la nariz y el tocado de perfil, que es como más resaltan; y ojos, brazos y tronco, de frente. Esta práctica se mantuvo hasta mediados del Imperio Nuevo, luego se prefirió la representación frontal.

Pinturas en la tumba de Nebamun.
Un capítulo aparte en el arte egipcio lo constituye la escritura. Un sistema de más de 600 símbolos gráficos denominados jeroglíficos, se desarrolló a partir del año 3.300 a.C. y su estudio y fijación fue tarea de los escribas. El soporte de los escritos era un papel fabricado en base a la planta del papiro. La escritura y la pintura se hallaban estrechamente vinculadas por su función religiosa y funeraria. A las pinturas murales de los hipogeos y las pirámides se las acompañaba de textos y fórmulas mágicas dirigidas a las divinidades y a los difuntos. 

Es curioso observar que la evolución de la escritura en jeroglíficos más simples, la llamada "escritura hierática" determinó en la pintura una evolución similar, traducida en un proceso de abstracción. Estas obras menos naturalistas, por su correspondencia estilística con la escritura, se denominaron a su vez "pinturas hieráticas". Del Imperio Antiguo se conservan las famosas pinturas "Ocas de Meidun" y del Imperio nuevo merecen mencionarse los murales de la tumba de la reina Nefertari, en el Valle de las Reinas, en Tebas


Ocas de Meidum

3.    El arte en Grecia.

El Arte Griego marca un referente para la civilización occidental que perdurará hasta nuestros días. Los modelos griegos de la antigüedad son tenidos como clásicos y los cánones escultóricos y los estilos arquitectónicos han sido recreados una y otra vez a lo largo de la historia de Occidente.

Detalle del Auriga de Delfos. Escultura en bronce.
3.1.    La arquitectura.

El templo fue, sin lugar a dudas, uno de los legados más importantes de la arquitectura griega a occidente. Era de una forma bastante simple: una sala rectangular a la que se accedía a través de un pequeño pórtico (pronaos) y cuatro columnas que sostenían un techo bastante similar al actual tejado a dos aguas. En los comienzos éste fue el esquema que marcó los cánones. 

Partenón. Acrópolis de Atenas.
Del perfeccionamiento de esta forma básica se configuró el templo griego tal y como hoy lo conocemos. En sus comienzos, los materiales utilizados eran el adobe para los muros y la madera para las columnas. Pero a partir del siglo VII a.C. (período arcaico), éstos fueron reemplazados por la piedra, lo que permitió el agregado de una nueva hilera de columnas en el exterior (peristilo), y con lo que la construcción ganó en monumentalidad.


Entonces surgieron los primeros órdenes arquitectónicos: el "dórico", al sur, en las costas del Peloponeso y el "jónico", al este. Los templos dóricos eran más bien bajos y macizos. Las gruesas columnas carecían de base y el fuste era acanalado. El capitel, muy simple, terminaba en una moldura llamada equino. Las columnas sostenían un entablamento (sistema de cornisas) compuesto por un arquitrabe (zona inferior) y un friso de tríglifos (decoración acanalada) y metopas.


La construcción jónica, de mayores dimensiones, descansaba sobre una doble hilera de columnas, algo más estilizadas, también de fuste acanalado y con un sólido basamento. El capitel culminaba en dos gráciles volutas y los frisos se hallaban decorados con relieves. Más adelante, en el período clásico ( siglos V y IV a. C. ), la arquitectura griega arribó a su máximo apogeo. A los dos órdenes ya conocidos se sumó el "corintio", con su típico capitel terminado en hojas de acanto .

Cariátides en el Erecteón. Acrópolis de Atenas.
Las formas se estilizaron aún más y se agregó una tercera hilera de columnas. El Partenón de Atenas es la más clara ilustración de este brillante período arquitectónico griego.

En tiempos de la dominación helénica (siglo III a. C.) la construcción, que conservó las formas básicas del clasicismo, alcanzó el punto máximo de la fastuosidad. Columnas de capiteles ricamente ornados sostenían frisos trabajados en relieve de una elegancia y factura insuperable.

3.2.    La escultura. 

Las primeras esculturas griegas (siglo IX a. C.) fueron pequeñas figuras humanas hechas en materiales muy maleables tales como la arcilla, el marfil o la cera. No fue hasta el período arcaico (siglos VII y VI a. C.) que los griegos comenzaron a trabajar la piedra. Los motivos más comunes de las primeras obras eran sencillas estatuas de muchachos (kouros) y muchachas (korés). De formas lisas y redondeadas, estas figuras plasmaban en la piedra una belleza ideal.

Koré griega. Época arcaica.
Estas figuras guardaban una gran similitud con las esculturas egipcias que habían servido de modelo. Con la llegada del clasicismo ( siglos V y IV a. C. ), la estatuaria griega fue tomando un carácter propio y abandonó definitivamente los primitivos patrones orientales. Gracias al estudio de las proporciones se pudo copiar fielmente la anatomía humana y los rostros ganaron definitivamente en expresividad y realismo.

Doríforo de Policleto

Se introdujo el concepto de "contrapposto", posición por la cual la escultura se apoyaba totalmente sobre una pierna, dejando la otra libre, y el principio del dinamismo cobró forma en las representaciones de atletas en plena acción. Algunos de los grandes artistas del clasicismo fueron Policleto, Mirón, Praxíteles y Fidias, aunque tampoco se puede dejar de mencionar a Lisipo, que intentando plasmar las verdaderas facciones del rostro, logró los primeros retratos.

Venus de Milo

Durante el período helenístico (siglo III a. C.) se enfatizaron y sofisticaron las formas heredadas del clasicismo. Así, producto de esta recepción, surgieron obras de inigualable monumentalidad y belleza, como "El coloso de Rodas", de treinta y dos metros de altura. Cabe aclarar, que tanto por su función religiosa como decorativa, la escultura se hallaba estrechamente ligada a la arquitectura. Así lo evidencian los trabajos estatuarios de las fachadas, columnas e interior de los templos.

Grupo de Laocoonte y sus hijos

 3.3.    La pintura y la cerámica. 

Para hablar de la pintura griega es necesario hacer referencia a la cerámica, ya que precisamente en la decoración de ánforas, platos y vasijas, cuya comercialización era un negocio muy productivo en la antigua Grecia, fue donde pudo desarrollarse este arte.

Al comienzo los diseños eran elementales formas geométricas -de ahí la denominación de geométrico que recibe este primer período ( siglos IX y VIII a. C. )- que apenas se destacaban sobre la superficie.

Vaso de cerámica griega del período geométrico.

Con el correr del tiempo, éstas se fueron enriqueciendo progresivamente hasta cobrar volumen. Aparecieron, entonces, los primeros dibujos de plantas y animales enmarcados por guardas denominadas "meandros". En un próximo paso, ya en el período arcaico ( siglos VII y VI a. C. ), se incluyó la figura humana, de un grafismo muy estilizado. En medio de las nuevas tendencias naturalistas, ésta cobró mayor importancia al servicio de la representaciones mitológicas.

Kylix ática de iguras rojas atribuido al pintor Edipo y dondes se representa el famoso episodio de Edipo vestido de viandante escucha el enigma que le plantea la Esfinge  en la ciudad de Tebas. H. 470 a.C..

Las escenas se organizaron en franjas horizontales paralelas que permitían su lectura girando la pieza de cerámica. Con el reemplazo del punzón por el pincel los trazados se volvieron más exactos y detallistas. Las piezas de cerámica pintadas comienzan a experimentar una notable decadencia durante el clasicismo (siglos IV y V a. C.) para resurgir triunfantes en el período helenístico (siglo III), totalmente renovadas, plenas de color y ricamente decoradas

Firma del famoso pintor griego Sófilos: Sófilos m' egrafsen (Sófilos me pintó)

4.    El arte romano.  

El mundo griego fue fundamental para el desarrollo del arte romano junto a las aportaciones de la cultura etrusca. Sin embargo, también tuvo una indiscutible personalidad, manifestada principalmente en la arquitectura.

Posteriormente el arte romano repercutirá enormemente en las culturas occidentales, siendo la base cultural de Occidente hasta nuestros días.

El arte en Roma se puso al servicio de nuevas necesidades. Esto explica el nacimiento de nuevas manifestaciones y también la aparición de un arte con gran centralización y unitarismo, no sólo en Roma sino también en el resto del Imperio.

Retrato del emperador Octavio Augusto velado. Mérida. s. I a.C.
Las principales características que aporta el arte romano como novedad son:
  • Es un arte al servicio de los gobernantes y con fuerte carácter propagandístico.
  • Arquitectura mucho más colosal, funcional y práctica.
  • Como elemento arquitectónico básico, se van a utilizar el arco, la bóveda y, por tanto, la cúpula.
  • Se va a crear el retrato en la escultura.
  • Roma fue la creadora del relieve histórico, continuo y narrativo.
  • Hay una constante búsqueda de la belleza.

El arte romano se puede dividir de forma similar a la historia del Imperio en tres periodos:
  • Periodo de la República: s. VI (hacia el 510) - 27 a.C.
  • Periodo de Augusto: la época clásica: 27 a.C. - 14 d.C.
  • Periodo imperial: dividido a su vez en:
    • De Tiberio a Trajano: 14 - 117
    • De Adriano a Alejandro Severo: 117 - 235
    • De Maximino a Constantino: 235 - 315
Ruinas de Pompeya (Italia)

4.1.    La arquitectura.

Las principales características de la arquitectura romana son: 
  1. Sigue los principios arquitectónicos marcados por Marco Vitruvio (arquitecto, ingeniero y escritor): utilitas (utilidad), firmitas (firmeza) y venustas (belleza). 
  2. Uso de elementos griegos. Adaptación de los órdenes griegos usados con libertad: da lugar al orden toscano, derivado del dórico, y al compuesto, orden mixto entre jónico y corintio. Utilización de elementos arquitrabados. 
  3. Empleo de elementos dinámicos: arco de medio punto, bóveda de cañón, cúpula semiesférica. El ábside como remate de la basílica. 
  4. Materiales baratos y sólidos para las estructuras (interior o partes no visibles): ladrillo, hormigón (mezcla de cal y cantos rodados) y revestimientos nobles y columnas de mármol (exterior o partes visibles). 
  5. Se emplean diferentes sistemas de aparejo: cuadratum, incertum, reticulatum...
Bóveda en las termas de Pompeya, Italia.

La ciudad: 

Diferenciamos dos tipos de ciudades: coloniae o de nueva fundación o municipia o sobre enclaves existentes. Para su trazado se inspiran en los campamentos militares. Trazan dos vías principales de referencia: el decumanus (dirección este-oeste) y el cardus (dirección norte-sur), que originan cuatro puertas de acceso y un cruce en la zona central, donde se siúta el foro. Partiendo de esas dos arterias, surgen otras calles secundarias.
Maqueta de la reconstrucción de la antigua Roma
Las principales construcciones urbanas son las siguientes:

A.- El foro: Es el centro urbano, político, judicial, religioso, comercial y hasta social. Situaado en la intersección entre el cardus y el decumanus, es una plaza pavimentada, porticada y adornada con monumentos conmemorativos (arcos, columnas...). Destacan en Roma los foros de los emperadores Augusto y Trajano. 

Ruinas actuales de los Foros de Roma
B.- El Templo: Derivado del modelo griego, tiene la particularidad de estar elevado sobre un podium y de disponer de una sola escalinata de acceso. Son muy sobrios, sin alardes estéticos. Ejemplos: Templo de la Fortuna Viril: de orden jónico, pseudoperíptero y tetrástilo. Roma, siglo I a. C.; Templo de la Maison Carré: de orden corintio, pseudoperíptero y hexástilo. Nimes (Francia). Siglo I a. C.; Templo de Vesta. Planta circular, corintio y períptero. Roma, siglo IV.;  Panteón de Agripa: de pronaos octástilo, orden corintio; naos circular, rematada por una gran cúpula semiesférica de 43 m. de altura y diámetro, realizada con materiales ligeros y decorada con casetones. Tiene un óculo de 9 m. de diámetro. El templo fue comenzado por Agripa en el siglo I a. C. y reconstruida por Adriano en el siglo II. 

Templo romano de Augusto y Livia. Vienne (Francia)

C.- La Basílica: Edificio original romano, destinado a asuntos judiciales y comerciales. Planta rectangular con tres naves, la central abovedada y sobresaliente en altura, está rematada por un ábside. Es el origen de la basílica cristiana. Destaca la de Magencio en Roma. 

Basílica de Magencio. Roma.
D.- Las Termas: Son los baños públicos y tienen una función social. Constan de apodyterium (vestuario), frigidarium (baños fríos), tepidarium (baños templados), caldarium (baños calientes), disponían de una calefacción por calderas (hypocaustum) y de dependencias múltiples: gimnasio, biblioteca, zona de esparcimiento... Destacaron las termas de Caracalla en Roma. En Gijón, se han encontrado importantes restos de un complejo termal en el Campo Valdés (Cimadevilla). 

Ruinas de las Termas de Caracalla. Roma.

Las viviendas: 

Las domus o casa romana consta de: vestibulum, entrada. Atrium, patio central semicubierto y porticado, con un estanque central (compluvium) al que vierte la lluvia que cae sobre el tejado a cuatro aguas (impluvium). Cubiculae o dormitorios. Tablinium o sala de estar. Triclinium o comedor. Peristilum o patio trasero, porticado y columnado. Las insulae eran las viviendas de varios pisos de altura para la población menos pudiente.

Maqueta de una insulae romana.

Construcciones para espectáculos:

A.- Teatro: Deriva del griego, tiene ciertos rasgos propios: puede aparecer exento (Teatro de Marcelo), el graderío es semicircular y también su orchestra. En su concepción mezcla elementos griegos adintelados con arcos y bóvedas. Partes: Gradería o cavea. Se distribuye en sectores según el grupo social: ima, media y summa. La orchestra para el coro y los músicos. Es semicircular. Pulpitum o escenario. Estaría entarimado. Frons scenae o frente escénico. Con varios cuerpos de columnas. Destaca el de Mérida en las provincias y el de Marcelo en Roma. 

Teatro romano de Mérida.

B.- Anfiteatro (dos teatros): Espacio ovalado y cerrado. Estaban destinados a espectáculos cruentos y morbosos: gladiatores, venationes y naumaquias. Se componen de graderíos o caveas, arena entarimada para los espectáculos, bajo la cual hay pasillos y dependencias. Destaca el Coliseo (siglo I) en cuya fachada combina arcadas de los diferentes órdenes griegos, disponía de un toldo o velarium. Albergó a 50.000 espectadores. 

Anfiteatro romano de Tarragona.
C.- Circo: Es el edificio más grande, procede del estadio griego. Estaba destinado a carreras de bigas (carros tirados por dos caballos), trigas (carros tirados por tres caballos y cuádrigas (carros tirados por cuatro caballos), a pie, exhibiciones ecuestres, etc. Su planta es rectangular y consta de graderío, en cuyos fondos se disponen la porta triunfalis (de los vencedores) y la porta pompae. En el centro de la arena hay una espina central con obeliscos, estanques, estatuas..., alrededor de la cual se celebraban las competiciones. En uno de los fondos están las carceres o cuadras para caballos. Destacando el Circo Máximo de Roma, con una aforo de 150.000 personas sentadas y otras tantas de pie. 

Circo romano de Mérida

Construcciones conmemorativas:

A.- Arcos de Triunfo: De creación romana, se localizaban en las entradas de los foros, en los puentes, vías principales, etc. Servían para glorificar la figura de personajes, por lo general emperadores. Los hay de un solo vano o arco (el de Tito, en Roma; Bará, en Roda de Bará, Tarragona) , de tres (el de Constantino, en Roma; Medinaceli, en la provincia de Soria) o de cuatro (el de Cáparra, Cáceres). El arco se dispone sobre un pedestal y presenta un ático o entablamento en el que se esculpían relieves o inscripciones alusivas al personaje`(victorias en batallas). 

Arco de Bará. Roda de Bará, Tarragona.
B.- Columnas conmemorativas: Se asientan sobre un podio y todo el fuste (algunos de más de 30 mts.) estaba decorado con relieves conmemorativos . Destaca la de Trajano, con casi de 800 mts de relieves secuenciados. 

Detalle de la Columna Trajana. Roma.

Construcciones de ingeniería:

A.- Acueductos: Destinados a abastecer de agua a la ciudad, traída de pantanos situados a varios kilómetros. Se estructuran a través de sucesiones de arcos de medio punto para salvar el desnivel del terreno. Tienen un canal central. Destacan del Acueducto de Segovia, de Los Milagros en Mérida y el de Tarragona. 

Acueducto romano de Los Milagros. Mérida.
C.- Puentes:  Para salvar corrientes de aguas. El de Alcántara, sobre el Tajo, tiene un arco de triunfo en su centro. El Pont du Gard en Francia es acueducto y puente a la vez. 

Puente romano  de Alcántara sobre el río Tajo. Cáceres.

D.- Calzadas: Son las vías de comunicación romanas. Se disponían sobre itinerarios que constituía toda una red de transmisión. Tiene varias partes: una solera de tierra fina y pisada, sobre ella bloques más o menos regulares y sobre ellos una capa de piedras redondeadas de río y unidas con argamasa. Destacaremos la Vía de la Plata que unía Mérida con Astorga, y cuya prolongación con la costa, podría haber llegado hasta Gijón.

Calzada romana de la Fuenfría (Madrid-Segovia)

4.2.    La escultura:

La escultura romana tiene su origen en la griega, y también como en ella, existe un importante capítulo helenístico integrado por los artistas griegos o romanos formados en Grecia y establecidos en Italia, que trabajan en el estilo de su época o que se ciñen a imitar o copiar los modelos de épocas anteriores.

Sin embargo, no habrá que desdeñar el influjo etrusco sobre la escultura romana. Si Grecia dejó sentir su huella en el sentido de una idealización del retrato, lo que éste tenga de más realista habrá que ponerlo fundamentalmente en el haber de los etruscos.

Loba Capitolina (h. 470 a. C.).
Los escultores romanos trabajaron principalmente el mármol, muy abundante en Italia; fundieron muchas esculturas en bronce, de pequeño o gigantesco tamaño, pero puede decirse que todos los materiales fueron tallados por ellos, desde la madera a las piedras más duras y ricas. En técnica escultórica nadie aventajó a los romanos, que se sirvieron del trépano para las labores más profundas (sobre todo el tratamiento del cabello).

El tema predilecto de la escultura romana es el hombre. El hombre siempre aparece concebido en función de su categoría social. Sin embargo, los escultores romanos no se preocupan por el cuerpo humano embellecido, como los griegos. El artista no imagina o crea formas ideales, ya que su misión es seguir la naturaleza. 

Emperador Octavio Augusto. Roma


Otra característica muy importante es el anonimato del artista que es considerado un funcionario. Hace estatuas y relieves históricos no para lucir su estilo, sino para honrar a las autoridades. Los romanos admiran las obras, pero desprecian a quienes las realizan, de ahí el anonimato de los artistas y la inutilidad de estudiar la escultura romana por individualidades artísticas.

El retrato y el relieve histórico:

El retrato es, probablemente, el género preferido en Roma. Se origina en el culto familiar a los antepasados, manes, más que en el culto funerario, aunque luego estas imágenes vayan destinadas a la tumba. Respecto a las que van al cementerio, se mantuvo durante mucho tiempo la tradición de figuras genéricas con escasos signos de individualización. Existen numerosos ejemplos de cipos en las necrópolis y vías de enterramiento, siempre partiendo de que la costumbre del retrato sobre la tumba es muy tardía. Las imágenes de los antepasados muertos iban destinadas al larario o armario que se conservaba en la vivienda familiar.

Retrato de una romana. Museo del Prado, Madrid


La mayoría de retratos romanos que han llegado firmados por sus autores -unos cuarenta- lo han sido por artistas griegos y lo están en lengua griega. Pero si los artistas griegos aportaron su técnica y destreza, los romanos impusieron su afición al retrato fisonómico, descriptivo, realista y veraz. Impusieron, como clientes que pagaban, sus gustos a los artistas.

El ius imaginum pertenecía, según Polibio, sólo a las familias patricias, que usaban el retrato como culto familiar y funerario, pero este derecho se va abriendo paso entre las clases medias y plebeyas, que lo mantendrán durante más tiempo. Mientras los patricios fueron los únicos en ser admitidos a las magistraturas ordinarias, ellos solos poseyeron el ius imaginum; después se extendió el derecho a las familias plebeyas.

A lo largo del tiempo hay una variación en la forma del retrato. Se cultiva de cuerpo entero, de pie, sedente y ecuestre, o sólo de la parte superior. Hasta tiempos de Octavio el busto sólo comprende hasta el cuello. En el siglo I se va alargando hasta comprender ya parte del pecho y los hombros. A fines de la centuria siguiente se esculpen ya retratos de media figura.

Emperador Marco Ulpio Trajano. Museo del Louvre, Paris.


La corriente idealista será patente en la época de Augusto. Sus retratos testimonian el aspecto que debe tener un gobernante perfecto: a los ojos de los romanos, Augusto tenía que aparecer como un gobernante inteligente, bueno y poderoso. Esto significa unas dotes nada comunes. Pese a su edad, la vejez no puede asomar al rostro, pues sería indicio de decadencia, cuando las energías abandonan al hombre. De ahí esa joven edad madura con que habitualmente se le representa.

Después de la muerte de Augusto, aparece un nuevo tipo de retrato, en el que se presenta al emperador semidesnudo y coronado de laurel. El último paso en esta marcha ascendente hacia la divinización es figurarle con atributos divinos, tan excelsos como el águila del padre de los dioses. A esta época pertenecen los retratos de  Tiberio y Claudio.

El retrato con peinado bajo, con pequeños mechones irregularmente dispuestos sobre la frente, perdura hasta Trajano. La barba se generaliza a partir de Adriano. El retrato más importante de tiempos de este emperador es el de Antinoo, el joven de Bitinia que, formando parte de su séquito, para evitar la fatal desgracia que amenaza al emperador, se suicida arrojándose al Nilo.

De las emperatrices, aunque sólo algunas tienen actividad pública señalada, existen hermosos retratos, y, como en el caso de los emperadores, sirven de jalones para conocer la evolución del retrato femenino, en el que el peinado es factor aún más valioso. Destacan los de Livia, mujer de Augusto.

Retrato de la emperatriz Livia.


Aunque en la actualidad son monocromos, los retratos romanos se policroman hasta el siglo II. Al imponerse en esa fecha la monocromía y quedar el globo del ojo en blanco, se inicia la costumbre de rehundir la parte de la pupila.

En cuanto al relieve histórico, su origen hay que buscarlo en la costumbre de conmemorar el triunfo guerrero de un capitán y en el deseo de eternizar en la piedra estos triunfos guerreros. Los romanos van a utilizar el relieve histórico en diversos monumentos: en los altares, en los arcos de triunfo, en las columnas conmemorativas y en los sarcófagos funerarios.

A lo largo del tiempo, los romanos van a ir perfeccionando esta técnica: al término de la República se generaliza un tipo de relieve de origen helenístico en el que se recurre a efectos pictóricos como la perspectiva y otros efectos de profundidad.

La obra capital del relieve histórico pictórico es el Ara Pacis de Augusto, en el que se representa la procesión de la familia imperial para hacer la ofrenda para la paz creada por el emperador. Este gran friso alargado nos hace recordar el gran friso de las Panateneas del Partenón ateniense, aunque aquí, las figuras son más realistas y caminan con mayor naturalidad.

Ara Pacis Agustae


Posteriormente, los relieves del arco de Tito nos ofrecen un tratamiento plástico que da mayor ilusión de profundidad. En la Columna Trajana se avanza en el tratamiento compositivo y en la representación de tipos más realistas y populares, alejados del idealismo helénico.

En cuanto a los relieves de los sarcófagos, en un principio se solía colocar un medallón al frente con el retrato del difunto, denotando una clara herencia etrusca, pero posteriormente se tendió a la composición continua con temas míticos relacionados con la ultratumba. Más tarde, esta superficie frontal se repartirá en espacios separados mediante columnas, fórmula ésta que será adoptada por los cristianos. 

Sarcófago romano de Portonaccio. Roma.

4.3.    La pintura y el mosaico.

La pintura romana:

Las pinturas se hallaban en las paredes de las casas de los romanos más adinerados, generalmente se trata de “pintura al fresco”, aunque también está documentada la “pintura sobre tabla”.

Pintura romana en Pompeya (Italia).
La pintura romana tuvo como precedentes los frescos de las cámaras funerarias etruscas y la pintura griega y llegará a alcanzar un gran desarrollo. Sin embargo, los restos conservados son mínimos y casi se reducen a los encontrados en las excavaciones de Pompeya y Herculano, donde los historiadores han establecido cuatro estilos (Estilos Pompeyanos):

  • Primer estilo o de incrustación (siglos II a.C. y I a.C.): El más antiguo, imita revestimientos de mármoles.
  •  Segundo estilo, arquitectónico o de perspectiva (del siglo I a.C. al I d.C.): Los muros se adornan con representaciones arquitectónicas fingidas e intentos de perspectiva; también se introducen temas figurados, paisajes y bodegones.
  • Tercer estilo, ornamental o de paredes reales (contemporáneo del anterior): Se caracteriza por poner los elementos arquitectónicos en primer plano, subrayando el muro y haciendo un efecto de ventana. Las arquitecturas que aparecen son fantásticas, introduciéndose guirnaldas y amorcillos en escenas generalmente amarillas sobre fondos oscuros.
  •  Cuarto estilo o de iluminismo arquitectónico (siglo I d.C.): En él se retoma la perspectiva del segundo período pero se usan más colores y más elementos decorativos, introduciéndose formas arquitectónicas muy diversas, recuadros con escenas mitológicas y paisajes imaginarios. 

La Pintura Sobre Tabla: La pintura sobre tabla debió ser habitual, como ocurría en Grecia, pero al tratarse de materiales perecederos no se ha conservado, salvo casos excepcionales, como los Retratos de El Fayum, de una necrópolis egipcia del siglo II. Estos retratos representan, muy a menudo, a personas jóvenes, en muchos casos se ha comprobado que más jóvenes que los difuntos, por lo que debían ser retratos que el fallecido se había hecho en vida.

Retrato de un romano. El Fayum (Egipto)

El mosaico:

El mosaico era la decoración lograda por medio de pequeñas piezas de piedra, terracota o vidrio (las teselas), con las que se formaban decoraciones de motivos geométricos o figurados. Se utilizaban para la decoración de los suelos, aunque en algunos casos, en viviendas de extrema riqueza, aparece en las paredes.

Los motivos decorativos son muy variados. Suelen tener una greca en el borde que enmarca el motivo principal que suele estar en el centro, éste es el emblema. Encontramos varios tipos, dependiendo del tamaño de las teselas:  

  • Opus Sectile: El más rudimentario, imita labores de mármoles o piedra mediante grandes piezas, fragmentos de distinto tamaño de mármol que se acoplan formando un dibujo de tema figurativo o composiciones geométricas (círculos, cuadrados, formando diferentes composiciones).
  •  Opus Tesellatum: Cuando el tamaño de las teselas es superior a 1 cm. Mediante estas pequeñas tesellas, se forman escenas, desarrollando verdaderas composiciones pictóricas.
  •  Opus Vermiculatum: Cuando el tamaño de las teselas es inferior a 1 cm. El mosaico se concibe en este caso como una simple imitación de la pintura, buscándose un acercamiento a los efectos que consigue el pintor con su pincel. Para ello se utilizan cubos sumamente reducidos (de unos pocos milímetros de arista) y se buscan las máximas gradaciones de color.
Mosaico romano en la villa de La Olmeda (Palencia)

5.    El arte islámico.

El arte islámico es de procedencia oriental, aunque en Al-Andalus está marcado por las influencias visigodas, como el arco de herradura, y romanas. Debido a las creencias religiosas contrarias a la figuración tuvieron escasa importancia las artes plásticas de la pintu­ra y la escultura, pero en cambio destacan las artes decorativas, en las que predomina la decoración geométrica (alicatado), vegetal (ataurique) y escrita (cúfica).

Mezquita Omeya de Damasco (Siria).
El urbanismo es típico del Islam, de trazado irregular y espacios intimistas. La arquitectura es el arte más importante y se concentra en mezquitas y palacios, con elementos característicos de Al-Andalus: columna, arco de herradura, bóveda de arista, cúpula. Los materiales son pobres. Destacan los jardines y patios con estanques.

Época omeya y califal.

Destaca la mezquita de Córdoba, una obra maestra del Occidente islámico. Su obra evolucionó a través de la historia: Abd-al-Rahman I la construyó sobre la antigua iglesia visi­goda de San Vicente, según el modelo sirio, aunque con una superposición de arcos típicamente andalusí. Hisam I edificó el primer alminar. Abd-al-Rahman II hizo la primera ampliación de la sala de oració. Abd-al-Rahman III realizó el nuevo alminar, la ampliación del patio y la reforma de la fachada al patio. Al-Hakam I consiguió la más importante y bella ampliación y Almanzor culminó la última ampliación, la más grande pero la menos bella.

Mezquita de Córdoba, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1984.

Cerca de Córdoba se fundaron dos ciudades-palacio. La de Medina-al-Zahara es un recinto amurallado, dotado de acueducto, puentes, alcazaba y una zona palaciega. De la otra gran ciudad palaciega, Madina-al-Zahira, apenas queda nada.

Medina-al-Zahara (Córdoba).

Primeros Reinos de Taifas.

Predomina la arquitectura defensiva, aunque también tenemos hermosos baños y la Aljafería de Zaragoza.

Interior del palacio de la Aljafería. Zargoza.

Almorávies y almohades.

Destacan sus obras en Sevilla, con las murallas, la Mezquita, la Giralda, la Torre de Oro y el Alcázar.

Torre del Oro. Sevilla.

El Reino Nazarí.

Destacan dos obras magnas: la Alhambra, un gran conjunto palaciego que es el mejor modelo islámico de su época, y el Generalife, un jardín islámico con pabellones. La Alhambra se organiza alrededor de dos partes fundamentales: el cuarto de Comares y el cuarto de los Leones, con dos grandes patios ajardinados que comunican con salones, baños, miradores... profusamente decorados con mocárabes de yesería y cerámica vidriada.

Patio del palacio del Generalife. Granda.

Influencia del arte andalusí en Europa.

El arte islámico se difundió asimismo en el arte mozárabe y el mudéjar en la España cristiana y parece probable que la cúpula califal y la bicromía de las dovelas de los arcos islámicos influyeron en el románico, así como el arco apuntado llegó al gótico europeo a través de los modelos de Al-Andalus y el norte de África.
 

Interior de la Alhambra de Granda.

6.    El arte románico

Características generales:

El Románico fue el primer estilo internacional de la cultura occidental. En los siglos XI y XII esta corriente artística adquiere prácticamente un significado y valor europeos, pues se extiende desde los Países Escandinavos hasta el sur de Italia, y desde las Islas Británicas hasta Europa Central, en zonas de la actual Polonia. Se puede hablar, por tanto, del primer estilo internacional de la Edad Media.

Pórtico de la Gloria. Maestro Mateo. Catedral de Santiago de Compostela.

Esta cultura está formada por influencias romanas, paleocristianas, bizantinas, prerrománicas e, incluso, islámicas Su proceso de creación fue paulatino y ocurrió simultáneamente.

La aparición del románico estuvo condicionada por varias causas. La inestabilidad del siglo X, crisis, invasiones y epidemias habían generado un clima de angustia que posibilitó el triunfo de las profecías del Apocalipsis, pero pasado el año mil dominará un sentimiento de piedad y de exaltación de la fe, que se expresa mediante renovación del arte religioso, aunque pervive cierta intranquilidad, como se demuestra en algunos de los temas del arte Románico: 
  • La abundancia de monstruos y visiones infernales.
  • Insistencia de colocar el Juicio Final a la entrada de los templos
  • La nueva fuerza que cobra la institución del Papado y el renacimiento de la vida monástica.

Detalle de un capitel en la Iglesia de San Pelayo. Arenillas de San Pelayo (Palencia).

Los monasterios se convirtieron en centros de poder y de cultura. 
En la difusión del Románico fueron importantes las peregrinaciones, a Tierra Santa, a Roma, a Saint Michel (Bretaña) o a Santiago de Compostela... 

El Románico es considerado la manifestación artística de la sociedad feudal, es decir, se exhibe el poder mediante el arte. La nobleza fue la encargada de construir los primeros castillos, mientras que abades y obispos mostraban su autoridad construyendo monasterios y catedrales, monumentos en honor a Dios, a Cristo triunfante y a la Virgen entronizada, semejantes a “castillos de Dios” por su apariencia de fortalezas.

Catedral de Jaca (Huesca)

El Románico alcanzará  su plenitud en los siglos XI y XII y se pueden señalar tres periodos o etapas: 

  • Durante un Primer Románico (1000-1075) es un arte aún pobre y funcional. 
  • En el Románico Pleno (1.075-1.150) asistimos a la época de máximo desarrollo del estilo, es cuando aparecen los deambulatorios y se desarrollan las tribunas (triforios) y los transeptos (cruceros). 
  • En el Románico Tardío (segunda mitad del siglo XII) se realizan importantes catedrales románicas por toda Europa, con elementos que anuncian el Gótico. 

La mayor parte de las construcciones son edificios religiosos, iglesias, catedrales y monasterios, aunque no faltan las construcciones civiles, palacios urbanos y castillos. Destacan las iglesias de peregrinación como: San Martín de Tours, Santa Fe de Conques, San Saturnino de Toulouse, Catedral de Santiago de Compostela, Catedral de Jaca, Catedral de Zamora o el Monasterio de Santo Domingo de Silos.

Portada del monasterio de  Santa María de Ripoll. Gerona.

En cuanto a la escultura lo que interesa es el aspecto intelectual, el mensaje, las figuras son:
  • sencillas,
  • de relieve muy plano,
  • con los pliegues sencillos y paralelos,
  • desproporcionadas,
  • generalmente alargadas,
  • sin volumen,
  • dispuestas en composiciones sencillas, yuxtapuestas, sin perspectiva,
  • sin ambiente ni fondos, ni expresión,
  • hieráticas, sin movimiento, sin relacionarse las distintas figuras de las escenas entre sí, etc.

La función de la escultura románica es decorar los templos, por este motivo sujeta a la arquitectura y como su intención es comunicar un mensaje, los programas iconográficos son ilustraciones de sermones y de textos religiosos, teniendo cada escena su lugar predeterminado; por lo que hay que distinguir entre la escultura y el mensaje dirigido al pueblo, inculto y analfabeto, y el arte de los claustros de los monasterios, dirigido a los monjes ilustrados e iniciados en teología, capaces de interpretar la alegoría, el simbolismo y la intelectualización.

Bajorrelieve "Duda de S. Tomás" en el claustro de Santo Domingo de Silos. Burgos.

La pintura como la escultura se destina a la instrucción religiosa, su finalidad única es el mensaje, fin educativo y de carácter antinaturalista y expresionista. 

6.1.    Arquitectura.

Casi todos los elementos de la arquitectura románica (muros de sillares, columnas y pilares, arcos de medio punto, bóvedas de medio cañón) pueden encontrarse en los estilos precedentes, pero ahora aparecen con un espíritu nuevo. 

Aunque la mayor parte de las construcciones son edificios religiosos, iglesias, catedrales y monasterios, no faltan las construcciones civiles, palacios urbanos y castillos. 

Elementos técnicos de este estilo más característicos son:  
  • Las plantas, se generalizan las plantas de cruz latina, formadas por naves longitudinales y transversales, el transepto, el crucero se sitúa en la intersección de ambas, y como remate, formando la cabecera, los ábsides o capillas semicirculares.
 
Planta de la Catedral de Santiago de Compostela.
  • Cuando las naves son más de una y las laterales se prolongan envolviendo el presbiterio (zona del altar mayor y del coro para los clérigos) dan lugar a la girola o deambulatorio.
  • En las iglesias más monumentales, sobre las naves laterales puede haber una galería abierta mediante arcadas a la nave central, que recibe el nombre de tribuna.
Nave central de la Básilica de San Sernín. Toulouse (Francia)

  • En torno a la girola puede haber pequeñas capillas radiales y, en ocasiones, también en los brazos del transepto, conocidas por el nombre de absidiolas. A los pies se suelen levantar las torres de campanas flanqueando la fachada principal.
  • Los elementos sustentantes son muros muy gruesos de piedra, a base de sillares regulares, en los que domina el macizo sobre el vano y el pilar. Las ventanas son escasas y pequeñas, las columnas de fuste cilíndrico y liso. Los capiteles abandonan los órdenes clásicos, decorados con motivos vegetal o con figuras humanas o de animales, reales, fantásticos o monstruosos o formado por un relieve donde se narran escenas sagradas del Antiguo y Nuevo Testamento o la vida y milagros de mártires y santos.
  • Los elementos sostenidos son techumbres de madera que se irán abandonando a favor de las abovedadas de piedra.
  • El arco románico es el de medio punto y la bóveda más habitual es la de medio cañón. Suele verse reforzada con arcos fajones. Pero para asegurar la estabilidad también se utilizan los contrafuertes que son fuertes pilares adosados al exterior de los muros. 
  
  • En el espacio central del crucero hay una cúpula, sobre trompas si su base es octogonal o sobre pechinas si es circular. Cuando el conjunto se alza al exterior en forma de torre se denomina cimborrio.
Nave central de la Iglesia de Santa Fe de Conques (Francia).

  • El tímpano es uno de los lugares preferidos para situar la decoración escultórica, junto a las enjutas del propio arco si queda enmarcado por otros elementos arquitectónicos. 
 
Iglesia de San Martín de Fromista (Palencia).

Las construcciones más completas y monumentales son las iglesias de peregrinación, situadas en las principales rutas de peregrinación a Santiago de Compostela, destacando: San Martín de Tours, Santa Fe de Conques, San Saturnino de Toulouse y la propia Catedral de Santiago de Compostela. Estas iglesias se conciben como lugares para acoger a grandes multitudes de peregrinos que pasean o descansan en ellas a menudo, por lo que debían ser muy amplias. Intentan producir una emoción estética de carácter religioso desde la planta de cruz latina hasta los muros, pilares o cúpulas.

El templo era el lugar de encuentro del hombre con Dios, y es necesario un clima apropiado como el silencio y la penumbra.

Los monasterios se encuentran casi siempre en lugares apartados, como el Monasterio de Santo Domingo de Silos. Sus características son más o menos fijas y pueden concretarse en: su núcleo central es el claustro, un patio porticado, rodeado de cuatro galerías con arcos sobre columnas sencillas, alrededor se ordenan las demás dependencias: iglesia, sala capitular, refectorio, cocina, dormitorios, etc.

Claustro de Santo Domingo de Silos (Burgos).

6.2.    Escultura y pintura. 

El Románico es la manifestación artística de la sociedad, en el cual se exhibía el poder mediante el arte.

Talla polícroma de la Virgen de Montserrat. s. XII. (Montserrat, Barcelona)
Durante el Románico las figuras son: sencillas, desproporcionadas, alargadas artificiosamente, sin volumen, en composiciones sencillas, yuxtapuestas de relieve muy plano, con los ropajes ajustados al cuerpo y con los pliegues sencillos y paralelos, , sin perspectiva, sin ambiente ni fondos, sin expresión, hieráticas, sin movimiento, sin relacionarse las distintas figuras de las escenas entre sí, etc…. Ya que el interés de los escultores es el aspecto intelectual y  el mensaje, no el naturalismo, ni el realismo.

La función de la escultura románica es decorar los templos cumpliéndose la "ley del marco",  que consiste en adaptar las figuras a la estructura arquitectónica.

La intención es comunicar un mensaje, las exposiciones iconográficas son ilustraciones de sermones y de textos religiosos. 

Demonio arrancado la lengua al blasfemo. Pórtico de la Gloria. Catedral de Santiago de Compostela.

Los temas iconográficos en los tímpanos de las portadas son:
  • El Pantocrátor, Todopoderoso, Cristo en Majestad, según se narra en el Apocalipsis de San Juan, con el Tetramorfos, los símbolos de los Cuatro Evangelistas (San Mateo como un hombre o ángel, San Juan como un águila, San Marcos como un león y San Lucas como un toro), contemplados por los Veinticuatro Ancianos del Apocalipsis.
  •  El Juicio Final, presidido por el Pantocrátor y el Tetramorfos, rodeados por los Veinticuatro Ancianos del Apocalipsis o los Doce Apóstoles y la Virgen, con ángeles tocando las trompetas que anuncian el Día del Juicio; a la derecha de Cristo se sitúa a los justos y a la izquierda a los condenados. 

Frescos en el ábside de la Iglesia de los Santos Justo y Pastor (Segovia)

Se inicia la representación del demonio, encarnación del mal, que puede aparecer como un animal o un monstruo. También suele aparecer el Arcángel San Miguel, con una balanza para pesar las almas. 

Detalle del típano del Juicio Final. Iglesia de Santa Fe de Conques (Francia)
En los capiteles de los claustros encontramos temas vegetales, animales, reales, fantásticos o   monstruosos y figurados. Los capiteles más característicos del estilo románico, son los capiteles historiados, en los que se narran escenas de carácter religioso, vidas de santos o mártires, y relatos bíblicos, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento.

Ejemplos de escultura románica: El pórtico de Moissac de la Abadía de San Pedro;  Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela o la Duda de Santo Tomás, Monasterio de Silos.

La pintura tiene su origen en la pintura y mosaicos bizantinos.
Las técnicas más utilizadas son: las pinturas al fresco, el temple y las miniaturas.

Viga de la pasión. Pintura sobre tabla. Museo Nacional de Arte de Cataluña. Barcelona.
Es una pintura antinaturalista por su carácter simbólico, destaca la expresividad frente a la belleza de las formas, caracterizándose por el uso de arcaísmos, como la frontalidad, el hieratismo, las desproporciones, el canon alargado, la estilización,. etc.

El dibujo es importante, el contorno de trazo negro grueso, el color es plano, puro, sin mezclas y  de gama reducida. El resultado es una pintura plana, sin paisaje ni perspectiva.

En los ábsides se sitúa el Pantocrátor, dentro de la mandorla mística y con el nimbo crucífero, rodeado por el Tetramorfos, ángeles o santos o la Virgen como Trono del Señor, recibiendo las ofrendas de los Reyes Magos; en los muros los Apóstoles, Santos y otras escenas bíblicas.

Ábside de  la Iglesia de Sant Climent de Taüll (Lérida), donde se observa al Pantocrátor rodeado por la mandorla.
Ejemplos que encontramos en el románico español: San Clemente de Tahull, de principios del siglo XII. En el ábside el Pantocrátor, de gran intensidad expresiva, y el Tetramorfos; en el muro inferior del mismo ábside la Virgen, San Juan y otros apóstoles. Santa María de Tahull, más actual de la anterior: decorada con la Virgen y los Reyes Magos, representados con edades decrecientes y sin diferencias raciales; en el muro, santos en arquerías y medallones con animales


7.    El arte gótico.

Sainte Chapelle. Paris (Francia).
El arte gótico es el que corresponde a la Baja Edad Media. Es un período dinámico desde el punto de vista socioeconómico, muy variado, con intensos contactos con Oriente a través de las cruzadas y las rutas comerciales, la burguesía nace en las ciudades. 

La orden monástica del Císter fue la que creó y difundió el nuevo estilo, tras la reconstrucción de la abadía de San Denis (Francia) y desde se extendera por resto de Europa. Era una arquitectura sobria, austera y luminosa.

Basílica de Sant-Denis, Paris (Francia)
Cronológicamente el gótico desarrolla desde finales del siglo XII hasta, según zonas, el siglo XV, pudiéndose diferenciar las siguientes etapas en su evolución:
  • Un período de transición cisterciense, caracterizado por su austeridad y limpieza decorativa.
  • El Gótico Arcaico, aún etapa de transición, de gestación del estilo, desde finales del XII en Francia. 
  • El Gótico Clásico durante el siglo XIII.
  •  El Gótico Final, desde el siglo XIV, que presta una mayor atención a lo decorativo.
  •  Un Gótico Flamígero, que en algunos lugares se prolonga hasta el XV, caracterizado por el exagerado gusto por la decoración, hasta llegar a ocultar las estructuras arquitectónicas. 
Interior de la Catedral de Segovia.

7.1.    Arquitectura.

La arquitectura seguirá siendo esencialmente religiosa: lo más representativo de este arte son las grandes catedrales


El gótico se caracteriza por la verticalidad y la luz, que es el reflejo de la divinidad. Su expresión más típica será el edificio de la catedral, en la que encontramos todos los elementos del arte gótico. 

Utiliza un nuevo tipo de arco y de bóveda: el arco ojival y la bóveda de crucería, lo que posibilita un muro diáfano que se recubre con vidrieras. Los rosetones son el marco privilegiado de las vidrieras de colores.

Predominan las plantas de cruz latina en las que se distingue: la cabecera, el crucero y las naves, de tres a cinco. La cabecera tiene girola y capillas radiales. La nave central y el crucero son más anchos y altos que las laterales.

Aparece el pilar fasciculado, que tiene el fuste formado por varias columnillas delgadas (baquetones). En el edificio gótico se necesita un sistema de contrapeso adicional: los arbotantes.

Pilar fasciculado en el interior de la Catedral Nueva de Salamanca.
Es la época de la bóveda de crucería, que permite cubrir espacios rectangulares a mayor altura. Está formada por dos arcos (nervios) que se cruzan en la clave. El resto de la superficie se cubre con plementos.

Las vidrieras se organizan en tracerías. Cada vidriera posee un armazón de hierro y un emplomado.

La portada se revaloriza. En ella se colocan las torres y las puertas. La fachada típica tiene forma de H. Está formada por dos torres cuadradas, rematadas con un elemento piramidal. Poseen tres niveles: la portada de entrada, los ventanales y el rosetón.

Catedral de Burgos.
En el alzado de la catedral se distinguen tres partes: la arquería, el triforio y el claristorio o ventanales.

Además de las catedrales adquieren importancia otros edificios civiles. Se levantan el ayuntamiento, las lonjas, sin dejar de construirse castillos y fortificaciones militares.

Interior de la Lonja de Valencia.
En nuestro país, el gótico tiene dos ámbitos fundamentales, el camino de Santiago y las ciudades comerciales de la Corona de Aragón. 

Iglesia de Santa María del Mar. Barcelona.
En España, durante periodo de transición y arcaico del gótico se levanta las primeras edificaciones con estructuras ojivales como las catedrales de Tarragona, Lérida, Cuenca o la basílica de San Vicente de Ávila. De la etapa clásica son las catedrales de Toledo, Burgos o León. Al periodo final corresponden las catedrales de Barcelona, Gerona, Palma de Mallorca o la Iglesia de Santa María del Mar en Barcelona. Durante el gótico tardío se construirá la catedral de Sevilla y en gótico flamígero se levantarán las flechas de la catedral de Burgos, la Iglesia de la Cartuja de Miraflores, la Capilla Real de Granda o las catedrales de Salamanca y Segovia. 

Catedral de Palma de Mallorca.
Entre los siglos XIV y XV, en arquitectura civil, destacan el Barrio Gótico de Barcelona, de características calles estrechas medievales, el Palacio de la Generalitat de Barcelona, el Castillo de Bellver y la Lonja de Mallorca y la Lonja de Valencia. 

Castillo de Bellver. Palma de Mallorca.

7.2.    Escultura y pintura.

En la escultura gótica se observa una progresiva liberación del marco arquitectónico y un mayor naturalismo. No falta en la iconografía el bestiario fantástico. Las imágenes se comunican entre sí expresando sentimientos, alegría, tristeza, dolor, etc., hasta llegar al patetismo en el siglo XV. Reaparece el retrato.

Ángel de la sonrisa. Catedral de Reims (Francia).
El artista tiene libertad para hacer sus obras y las firmará. Existirá una escultura monumental. También adquiere gran importancia la escultura funeraria. Este es el ámbito del retrato, donde hay un mayor realismo.

En el período clásico encontramos una tendencia a la belleza ideal, a la ingenuidad y a la sencillez. Suelen ser conjuntos narrativos que ocupan principalmente las portadas.

Sepulcro de Felipe el Atrevido, obra de Claus Sluter.
El gótico flamígero se caracteriza por la utilización de manera decorativa, de la curva y la contracurva, que da movimiento a las figuras. La escultura se hace totalmente exenta y se difunde la estatuaria funeraria.

Las primeras manifestaciones de escultura se encuentran en Francia. Destacan: la fachada de la catedral de Chartres, y San Esteban de Notre-Dame de París. En Francia destaca la escuela borgoñesa, y dentro de ella Claus Sluter. En España algunos de los escultores más importantes fueron Pere Anglada, Juan de Colonia y Gil de Siloé. 

Sepulcro de Juan II e Isabel de Portugal. Obra de Gil de Siloe. Cartuja de Miraflores. Burgos.

La pintura es el arte que más radicalmente cambia en el gótico. Pierde su lugar natural: el muro. La técnica más utilizada es la del temple y el óleo, que da un mayor colorido y permite un acabado más minucioso. 

La primera etapa corresponde a la pintura conocida como gótico lineal, hacia el 1200. Se caracterizan por tener un fondo dorado, de influencia bizantina, un espacio simbólico. Las figuras tienden a ser planas, los colores vivos y aún tienen muchos convencionalismos románicos.

Abrazo ante la Puerta Dorada de San Joaquin y Santa Ana. Capilla  Scrovegni (Padua, Italia). Obra de Giotto.

La segunda etapa corresponde a la Italia del Trecento, o pintura italogótica. Este será el germen de la pintura moderna, desaparece la línea negra. Podemos distinguir tres escuelas: la toscana, la escuela romana y la escuela florentina. Su aventura es la conquista de la técnica, el estudio del espacio, la perspectiva lineal, la coloración objetiva, la luz y la degradación de los colores.

Italia también hay una escuela en Siena, que se caracteriza por hacer un arte cortesano, colorista, cromático e irreal, con los fondos dorados de tradición bizantina. Llegará en el siglo XIV a Cataluña.

San Jorge matando el dragón, obra de Bernard Martorell.
La última etapa corresponde al gótico internacional, en torno al 1400. Se caracteriza por su afición al lujo, los colores brillantes, el dibujo curvilíneo, las pocas preocupaciones espaciales y por ser un estilo un tanto decorativo.

En esta época destaca, también, la escuela flamenca, protegida por una potente burguesía que es su principal cliente. Los pintores se organizarán en gremios, por lo que habrá una búsqueda colectiva de la perfección técnica y dibujística, lo que la hace muy minuciosa en los detalles.

Cristo bendiciendo, obra de Fernando Gallego. Museo del Prado. Madrid.

Entre otros pintores importantes del gótico se pueden citar al italino Giotto, al catalán Bernad Martorell o el castellano Fernando Gallego.


8.    El Renacimiento. 

La Piedad, Miguel Ángel Buenarroti (1499). Ciudad del Vaticano.
El Renacimiento es un movimiento cultural que busca la renovación del hombre y su mundo, según los modelos clásicos, que se reinterpretan. Se desarrolla con mayor vitalidad en Italia y en las regiones ricas donde existe una burguesía. No hay que olvidar tampoco que es aquí uno de los lugares donde se desarrolla la nueva economía, apareciendo una nueva sociedad, que tiene unos nuevos intereses y que necesita un nuevo lenguaje.

En el arte del Renacimiento se distinguen dos períodos: el Quattrocento, siglo XV, centrado en Florencia, y el Cinquecento, siglo XVI, centrado en Roma, y que a su vez se divide en una etapa clásica, del 1500 al 1530 y una etapa manierista, a partir de 1530. 

El Nacimiento de Venus, Sandro Botticelli

Características generales del Renacimiento: 

  • Humanismo: cambia la concepción medieval del hombre, el hombre vuelve a ser el centro de todas las cosas, apareciendo un nuevo hombre que introducirá cambios en todas sus manifestaciones, sobre todo en la cultura y el arte, ya que el nuevo hombre necesita un nuevo lenguaje a su medida.
  • Racionalismo: No se trata sólo de la aparición de un nuevo lenguaje formal, aparecen nuevas exigencias vitales e intelectuales que afectan a la idea misma del arte, produciéndose cambios radicales por la nueva situación del artista y de la obra de arte, por el valor teórico de los modelos y por el planteamiento científico y racional del arte. La realidad es comprendida a través de la razón y los artistas investigan racional y científicamente ciertos aspectos de la arquitectura, la pintura o la escultura antes de llevar a cabo sus obras. 
  • La desaparición del anonimato artístico, el artista: como consecuencia del protagonismo del hombre en esta época, desaparecerá el anonimato artístico, se comienza a valorar al autor, basándose a partir de ahora la Historia del Arte en los artistas en lugar de en las obras de arte. También habrá una mayor valoración de la propia actividad artística, dejará de ser un oficio para convertirse en una ciencia y en un arte.
  •  La figura del mecenas: son los protectores de los artistas, quienes los incentivan, los animan a crear e incluso en ocasiones los mantienen. Son miembros de familias acaudaladas sensibilizados con el arte (los Médici, Uficci, Rucellai, Pitti o Strozzi, en Italia o los Mendoza en España) solían ser coleccionistas de obras de arte, proporcionando así gran número de encargos. 
  • Los tratadistas, críticos y biógrafos: aparecen los teóricos del arte, que recogen en su obra escrita las experiencias artísticas pasadas y presentes. Extensa obra escrita durante los siglos XV y XVI, a la que hay que unir la reedición de antiguos tratados, como el de Vitrubio. 
  • El estudio de los prototipos clásicos y de la naturaleza: además de estudios teóricos los artistas del Renacimiento estudian directamente los prototipos clásicos. Se fomentó la arqueología, lo que facilitó al artista el conocimiento directo de las obras de la antigüedad, difundidas por toda Europa gracias al desarrollo del grabado. El Renacimiento supuso también el descubrimiento de la naturaleza, que se hace patente en los fondos de la pintura o el esfuerzo por representar la anatomía. Pero se trata de un naturalismo idealizado, se representa la idea perfecta de cada ser, persona o cosa, no apareciendo imperfecciones ni deformidades.
  •  Las ideas antropométricas: orden, proporción y armonía: junto con la idealización debemos mencionar aquí también la obsesión renacentista por el orden, la proporción y la armonía, que transmitan serenidad, mesura, equilibrio, etc. La figura humana será el centro de interés de la obra de arte, que seguirá siempre sus proporciones, sus medidas. El arte, la arquitectura, la escultura y la pintura, logra encontrar la medida del hombre, establece proporciones sencillas, ceñidas a una geometría simple y comprensible. 
  • La visión unitaria: belleza no sólo en las proporciones, también en el sentido unitario de la obra, un la visión unitaria que ofrece: la obra de arte debe presentarse al espectador simultáneamente y en su conjunto, debe ofrecerse unida. En arquitectura el espacio interno se ofrece de una sola vez. En escultura o pintura el cuadro presenta una composición unida, predominando la perspectiva central.
El Hombre de Vitruvio, Leonardo da Vinci

8.1.    Arquitectura.

El Renacimiento en arquitectura utiliza los elementos constructivos de la Antigüedad, la bóveda de cañón, la cúpula, los entablamentos, los arcos de medio punto, las columnas, etc. Domina la arquitectura de carácter civil, hospitales, cárceles, etc. En las que el muro es de carga, además de cierre del espacio. 

Iglesia de Santa María Novella, Florencia

Frente a las formas góticas oponen las formas y principios de la arquitectura clásica, pero no se trata de una copia sin más de los mismos, sino de una interpretación de las leyes en que se basaba el arte clásico; se parte de los órdenes y demás elementos arquitectónicos griegos y romanos, pero modificando sus proporciones, etc.

Toman como fundamento las formas básicas geométricas claramente perceptibles: círculo, cuadrado, cubo, etc., mostrando especial preocupación por las proporciones matemáticas de las construcciones, tanto en las estructuras como en las plantas establecen unas relaciones simples de longitud, altura y profundidad, conseguidas a partir de módulos y de minuciosos cálculos matemáticos, existiendo un equilibrio entre las dimensiones de la planta y la altura, sin predominar lo vertical sobre lo horizontal. 

Básilica de San Pedro, Ciudad del Vaticano

Durante el Quattrocento los arquitectos  más destacados son los florentinos Filipo Brunelleschi y León Battista Alberti. El Cinquecento está dominado por Roma, y en menor medida por Venecia. Los reyes y los papas serán los grandes mecenas. Es en esta época cuando se fijan los modelos clásicos del Renacimiento. La figura más representativa es el Bramante, el auténtico iniciador de la arquitectura del Cinquecento y el primer arquitecto de San Pedro del Vaticano. Roma también domina durante el período manierista. Miguel Ángel Buonarroti uno de los grandes artistas más completos del momento. Construye la cúpula de San Pedro del Vaticano. Comienza a utilizar órdenes gigantes, y es el iniciador del manierismo. El arquitecto más genial y original fue Andrea Palladio. Inventa el motivo paladiano (un arco entre dinteles) y usa el orden gigante en el que las columnas abarcan más de un piso.

El Renacimiento llega a Europa es gracias a los artistas italianos, sobre todo España. En el siglo XVI la Iglesia tomo como modelo la estética renacentista, lo que ayudó a su difusión. Gran parte de Italia pertenece a la corona española. Además, se importan, o se copian, las mejores obras de arte italianas y flamencas.

El primer período corresponde al plateresco, de tradición gótica y mudéjar. Se caracteriza por sus fachadas, que se tratan como si fueran retablos de plateros: paramentos almohadillados, columnas abalaustradas con capiteles corintios, pilastras ricamente decoradas con grutescos, medallones con cabezas clásicas o de fantasía, y escudos. La decoración recubre por entero las superficies. Los arquitectos más representativos son: Lorenzo Vázquez, Enrique Egas, Alonso de Covarrubias, Juan de Álava y Juan de Horozco.

En la segunda mitad del siglo XVI aparece el purismo. Se caracteriza por una mayor austeridad decorativa, que se limita a algunos elementos concretos. Se libera de los últimos convencionalismos góticos para entrar en el Renacimiento pleno: arcos de medio punto, almohadillados en los muros, y la decoración se reduce a las puertas y las ventanas. Un aspecto más sereno, armónico y equilibrado. Los arquitectos de este momento son: Alonso de Covarrubias, Rodrigo Gil de Hontañón, Diego Siloé, Pedro Machuca. 

Vista del Monasterio de El Escorial, Madrid

8.2.    Escultura y pintura.

La escultura renacentista se caracteriza por la proporción, la simetría y el canon. Lo importante es la belleza, más que lo que representa. Estudia la anatomía a través del desnudo y el retrato. 

El sentimiento clásico aparece antes en la escultura que en la arquitectura, ya en la Europa Gótica. En el periodo de transición o arcaico, en Siena y Pisa, Nicolás y Juan Pisano difunden ya un arte naturalista y moderno. Es en Italia donde este temprano brote aparece debido a los abundantes restos de escultura romana que allí se conservaban. 

Detalle de la Puerta del Paraíso, en el Baptisterio de Florencia, obra de Lorenzo Ghiberti

Utiliza materiales nobles como el mármol y el bronce, con los que se alcanza gran perfección.

Los protagonistas son el hombre y la naturaleza, acentuándose el naturalismo, se busca la representación de la realidad, aunque a veces ésta se idealice, se intentan crear modelos ideales, que expresen el ideal humano tal y como se concibe en el Renacimiento. También es importante la preocupación por la expresividad de las figuras.

En bulto redondo se realizan bustos, figuras de cuerpo entero, motivos funerarios y estatuas ecuestres; tampoco se descuida el relieve, utilizándose en la misma obra el alto, medio y bajo, para dar sensación de profundidad.

Por último mencionar que la escultura renacentista se caracteriza por la proporción, la simetría y el canon; aunque continúa siendo fundamentalmente cristiana se subordina el simbolismo religioso a la consecución de la belleza, centrando su interés en la belleza formal de las figuras, estudiando así mismo la anatomía a través del desnudo y el retrato. También reaparecen los temas mitológicos.
El Quattrocento es la época de escultores como: Lorenzo Ghiberti: que resuelve con originalidad el problema del espacio y la perspectiva, fijando las técnicas clásicas; Donatello es el más grande escultor del momento, su contribución más importante la realiza en el campo de la figura humana; Della Quercia o Della Robbia.

David, Miguel Ángel Buonarroti


En el Cinquecento destaca la figura de Miguel Ángel, el gran escultor del Renacimiento. Estudia los problemas de movimiento y composición. Exalta por igual la fuerza física y la espiritual. Sus obras más famosas son La Piedad, David, Moisés, sepulcro de los Medici. Las últimas obras de Miguel Ángel pertenecen al manierismo: se exageran las actitudes y se llega al colosalismo de las figuras.

Moisés, obra de Miguel Ángel Buonarroti

La escultura renacentista en España se caracteriza por su religiosidad expresiva y realista. Se utiliza la madera policromada con la técnica del estofado. 

Hay varias escuelas: la de Burgos, con artistas de la talla de Diego de Siloé, Juan de Valmaseda, Alonso Berruguete, Juan de Juni y Gaspar Becerra; en la de la Corona de Aragón, destaca Pedro Moreto; y en la andaluza y murciana Diego de Siloé. 

Detalle de la Sagrada Familia, obra de Diego de Siloé

Se inventa una perspectiva tridimensional, se crea la perspectiva aérea con el sfumato, y se pinta sobre todo tipo de superficies. La perspectiva, la composición, el color y la luz son los elementos que centran las preocupaciones formales.

El Quattrocento destaca por su observación de la naturaleza y el paisaje, la plasmación del movimiento y la ampliación de los temas. Aparece el desnudo, el cuerpo humano se representa en sus proporciones correctas. Los pintores más destacados son: Fray Angélico, Ucello, Fillippo Lippi, Piero della Francesca y Sandro Botticelli (el más famosos), que tiene una marcada tendencia al arabesco, la línea ondulante y el dibujo.

La Gioconda o Mona Lisa, obra de Leonardo da Vinci

En Venecia se desarrolla una escuela que anuncia el barroco con Giovanni Bellini. 

El Cinquecento es la edad de oro del Renacimiento. Aparecen diferentes motivos, pero el principal se encuentra en primer plano. Lo anecdótico desaparece. Se rinde culto a la belleza. El arte de componer consiste en la ordenación de unas pocas masas dentro de esquemas geométricos sencillos. Leonardo da Vinci es uno de los más grandes pintores del arte universal. Rafael representa la perfección clasicista por su estética y su armonía. Miguel Ángel destaca con un lenguaje más manierista y sus figuras tienen un aspecto escultórico y monumental, adoptan posiciones difíciles y desequilibradas en escorzo y movimiento.

En la escuela de Venecia destacan pintores de la talla de Giorgione; Tiziano; el Veronés y Tintoretto. 

Otro gran centro se sitúa el Florencia, donde trabajan el Correggio y Andrea del Sarto. 

El Lavatorio, obra de Tintoretto (Museo Nacional del Prado)


8.3.    El Renacimiento fuera de Italia.

Durante el siglo XVI, el Renacimiento se extendió por Europa y dio lugar a la aparición de grandes artistas y obras de arte.

En Flandes, destacan pintores como Van Eyck, El Bosco o Brueghel.

En Alemania, el pintor más famoso es Durero.

La liebre, obra de Durero

En Francia, destaca la arquitectura de castillos, entre los que sobresale Chambord y la reforma del palacio de Fontainebleau.

En España, el Renacimiento deja grandes artistas y obras de arte en arquitectura y  escultura, como ya se ha dicho con anterioridad. En pintura, la figura más sobresaliente es El Greco.

El entierro del Conde Orgaz, obra de El Greco (1587)

9.    El Barroco 

Éxtasis de Santa Teresa. Gian Lorenzo Bernini

El término ‘barroco’ suele designar el estilo artístico que floreció en Europa entre finales del siglo XVI y mediados del siglo XVIII.

El barroco se desarrolla en el contexto histórico siguiente: después de proceso de reformas religiosas, acaecido en el siglo XVI, la iglesia católica había perdido mucho espacio e influencia. Todavía, los católicos siguieron dominando el escenario político, económico y religioso en Europa. El arte barroco surge en este contexto y expresa todo el contraste de este período: espiritualidad y teocentrismo de la edad media con el racionalismo y el antropocentrismo del renacimiento.

Los artistas barrocos fueron patrocinados por los monarcas, burgueses y clérigos. Los trabajos de pintura y escultura de este periodo son artificiosos, particulares y expresivos (exaltando las emociones de la vida y del ser humano).

La palabra barroco tiene un significado que representa bien las características de este estilo. Significa ‘perla irregular’ o ‘deformado’ y perla representa peyorativamente la idea de irregularidad.

El Triunfo de la Divinidad, obra de Pietro da Cortona

 La aparición de los ideales barrocos parece estar estrechamente vinculado a la Contrarreforma que sometió el arte a los intereses de la Iglesia Católica.

A pesar de ser un estilo internacional, su mayor auge se produjo en países como como Italia, España y Austria, no ejerciendo influencia entre los países protestantes como Inglaterra.

Por otra parte, el barroco presenta características regionales en los diferentes países en que se desarrolló. La personalidad fuerte de algunos artistas del periodo también es un gran diferencia dentro de ese estilo artístico que dejaba campo abierto a la subjetividad.

Sus principales características son la teatralidad de las obras, el dinamismo, el tiempo, el conflicto dualista y el fuerte apelo emocional. La pintura, la escultura y la arquitectura se integran en un mismo espacio.

En busca de la emoción, para provocar al espectador, el artista utiliza escenarios donde la naturaleza contiene mayor significado que en otros periodos anteriores.

Retablo churrigueresco del Convento de San Esteban de Salamanca.

El artista para lograr estos efectos principalmente hace uso de colores, texturas, iluminación y sombras, curvas y diagonales, así como el dominio de uso del espacio. Los temas sacados de la vida mística y la cotidianeidad son frecuentes. El claroscuro (uso de luces y sombras) y los contrastes son elementos recurrentes en la producción pictórica.

La cuestión de la armonía es también importante para el barroco. Sin embargo, se ve diferente a cualquier obra del Renacimiento. En el Renacimiento, la armonía del conjunto fue asegurado por todos los detalles de la obra en perfecto equilibrio, cada detalle por separado como un todo armónico.

En general, el barroco es un rebelde clásico. El Barroco nació en Italia, aprovechando algunos elementos renacentistas y transformarlos con una nueva concepción que rivaliza la razón con la fe, la materia con el espíritu y lo terrenal con lo celestial.

El barroco está inspirado también, en cierto sentido, en la arquitectura clásica. Sin embargo la ausencia de normas y la tendencia a lo grotesco lo distinguen radicalmente.

A pesar de utilizar de formas naturalistas, no puede decirse que es una mera continuación del Renacimiento. El artista tenía fuerte influencia religiosa.

Las Meninas, obra de Diego Velázquez

España fue uno de los países que desarrollaron este estilo con propagación en toda Europa. También es importante el hecho de que el mecenazgo sería concentrado en la aristocracia.

El hombre barroco es un ser dividido, atormentado, lleno de energía y muy místico. Los artistas de la época de países católicos expresan sus creencias espirituales en sus obras. Un buen ejemplo es la figura del Bernini. Sin embargo, Rubens es considerado uno de los máximos exponentes del movimiento. El italiano Caravaggio es también muy importante en el movimiento, con influencia en varios lugares de Europa. 

Las Tres Gracias, obra Peter Paul Rubens. Museo Nacional del Prado, Madrid

Características generales. 

1) El arte de la Contrarreforma expresa la destrucción de la armonía social aristocrática-burguesa a través de las guerras religiosas. Los jesuitas, que surgen en este periodo, combaten a los protestantes e implantan su implacable doctrina teocéntrica (Dios como centro de todo).

2) El conflicto entre el cuerpo y el alma. Divide los placeres renacentistas y terrenales con el fervor religioso. El hombre barroco oscila entre la celebración del cuerpo y el mundo mundano y el pecado, el pecado y la gracia divina.

3) Pesimismo por el devenir. La vida es corta, la vida es un sueño, vivir es ir muriendo lentamente. Aguda conciencia de la fugacidad de la existencia y el paso del tiempo.

4) Lenguaje ornamental. Complejo, entendido como un juego verbal, lleno de antítesis, inversiones, metáforas, alegorías, paradojas, con un sentido falto de claridad. Es un estilo complicado que refleja los conflictos internos del hombre barroco. 

9.1.    Arquitectura. 

Fachada de la catedral de Santiago de Compostela

En la arquitectura barroca, los conceptos de volumen y simetría vigentes en el renacimiento son reemplazados por el dinamismo y la teatralidad. El producto de este nuevo modo de diseñar los espacios es una edificación de proporciones ciclópeas en la que, más que la exactitud de la geometría, prima la superposición de planos y volúmenes, un recurso tendente a lograr diferentes efectos ópticos y contrastes cromáticos y lumínicos, tanto en las fachadas como en el diseño de los interiores. Hay que añadir, además, el interés por el movimiento, el papel destacado de la decoración, etc.

Las proporciones antropomórficas de las columnas renacentistas se vieron duplicadas, orden gigante, para poder recorrer ininterrumpidamente las nuevas fachadas de doble planta, siguiendo los primeros arquitectos barrocos, como Maderno, el modelo de la fachada de la Iglesia del Gesú de Roma, de Giacomo della Porta.

A partir de 1630, comienzan a proliferar las plantas elípticas y ovaladas de menores dimensiones, lo que pronto se convertiría en uno de los rasgos arquitectónicos típicos del barroco. Son las iglesias de Bernini y Borromini, en las que las formas redondeadas reemplazaron a las anguladas, y los muros parecen curvarse de adentro hacia afuera y viceversa, en sucesión cóncava y convexa, dotando al conjunto de un fuerte dinamismo.

Con respecto a la arquitectura palaciega, el palacio barroco se halla organizado en tres plantas y en lugar de concentrarse en un sólo bloque cúbico, como el renacentista, parece extenderse ilimitadamente, en varias alas, sobre el paisaje, en una repetición interminable de columnas y ventanas. El más emblemático es el Palacio de Versalles, del arquitecto francés Mansart. 

Arquitectura barroca en Italia 

El centro de la arquitectura barroca italiana será la ciudad de Roma, donde se producen grandes trasformaciones urbanas mediante trasformaciones ornamentales, que consisten en el embellecimiento de la ciudad mediante grandes fachadas, fuentes, arquitecturas efímeras, etc. 

Carlo Maderno:

Fachada de la Basílica de San Pedro (Ciudad del Vaticano), diseñada por Carlo Maderno.
Maderno es uno de los más importantes arquitectos del periodo de transición, durante las primeras décadas del barroco romano, destacando entre sus obras las siguientes:

  • La Iglesia de Santa Susana: Su fachada tipológicamente responde al tipo que puso de moda la Compañía de Jesús con la de la Iglesia del Gesú de Roma, realizada por Giacomo della Porta.
  • San Pedro del Vaticano: Prolonga la planta de la cruz griega por la parte de los pies, llegando así a un compromiso entre el tipo de cruz latina y el de cruz griega y levanta una gran fachada, baja para así admirar la cúpula de Miguel Ángel, desarrollándose longitudinalmente y no en altura, pese a la gran monumentalidad de sus columnas y pilastras corintias de orden gigante; como remate un frontón central y ático coronado por estatuas.
Gian Lorenzo Bernini: 

Baldaquino de la Basílica de San Pedro. Ciudad del Vaticano

En el Barroco pleno, entre 1630 y 1680, encontramos a los arquitectos más conocidos.

Bernini se inspira en Miguel Ángel y en la Roma antigua, pero con criterios de teatralidad, escenográficos y urbanos. Su arquitectura será sencilla, pero de gran monumentalidad y criterio escenográfico, multiplicando el dinamismo y la decoración.

Sus principales obras arquitectónicas son:

  • Baldaquino de San Pedro del Vaticano: Manifiesto en bronce de la estética barroca sobre la tumba del apóstol, de 29 metros de altura, recargado con abundantes elementos decorativos, tratamiento distinto y rupturista de los órdenes clásicos, cuatro columnas salomónicas con capitel de orden compuesto sostienen un entablamento ondulado, coronado por un dosel, decorado con figuras de ángeles y niños, sobre el que se  alzan cuatro volutas que convergen en el globo terráqueo que sostiene una cruz.
  • Columnata de la Plaza de San Pedro del Vaticano: De planta con dos tramos, uno trapezoidal y otro ovalado, contribuyendo con su perspectiva a empujar hacia el fondo la fachada del templo; todo el conjunto está rodeado por cuatro filas de columnas de orden colosal. La plaza que se forma es concebida como una gran atrio destinado a la celebración de ceremonias masivas, dotándola de una gran teatralidad y la escenografía.
  • Iglesia de San Andrés en el Quirinal: De planta elíptica, al igual que la cúpula, con el eje mayor paralelo a la puerta, en la fachada un pórtico con un entablamento curvo, convexo, y volutas que sostienen el escudo de la familia papal.
  • Fuente de los Cuatro Ríos: se encuentra en la Piazza Navona de Roma y se compone de una base formada de una gran piscina elíptica, coronada en su centro de una gran mole de mármol, sobre la cual se eleva un obelisco; las estatuas que componen la fuente son alegorías de los cuatro ríos principales de La Tierra (Nilo, Ganges, Danubio, Río de la Plata); además árboles y plantas emergen del agua entre rocas.

Francesco Borromini: 

Fachada de San Carlo alle Quattro Fontane, Roma.

Lleva hasta sus últimos extremos el dinamismo en la arquitectura barroca. Fue precursor de las plantas en elipse, fachadas teatrales, en las que a los elementos cóncavos, corresponden otros convexos, por ejemplo en la correspondencia entre fachada y cúpula, etc.

Sus principales obras arquitectónicas son:

  • Iglesia de San Carlo alle Quatro Fontane en Roma: De planta elíptica y capillas radiales, utiliza el muro curvo con elementos cóncavo-convexos, cubriendo el conjunto con una cúpula oval. La fachada, muy dinámica, está dividida en dos cuerpos con columnas y profundas hornacinas con estatuas, rematada en la parte superior con una balaustrada y un gran medallón oval, provocando fuertes efectos lumínicos.
  • Iglesia de San Ivo della Sapienza en Roma: Constantes entrantes y salientes, abriendo a un espacio central poligonal alternativamente tramos cóncavos y convexos. Destaca la cúpula, también con unos tramos cóncavos y otros convexos y de enorme sentido ascensional.
  • Oratorio de los Filipenses en Roma: Fachada curva cóncava, excepto en el centro que sobresale en el primer piso y se rehunde en un profundo nicho en el segundo, rematando la parte superior con un frontón mixtilíneo.           

Pietro da Cortona:

Fachada de Santa María de la Paz, Roma

Discípulo de Bernini, aunque tiene un lenguaje más sereno. Construye:

  • Iglesia de los santos Lucas y Martina de Roma: De planta cruz griega y alzado muy esbelto, la fachada se curva hacia fuera, relacionándose bien con el perfil de la cúpula, también convexo.
  • Fachada de Santa María de la Paz en Roma: Destaca su pórtico bajo columnado semicircular, avanzando hacia el centro de la plaza, por lo que logra un gran efecto de claroscuro.  

Baldassare Longhena:

Santa María de la Salud, Venecia

Trabaja en Venecia, donde construye:

  • Santa María de la Salud de Venecia: Obra maestra de diseño escenográfico, de planta central con deambulatorio y una amplia cúpula anclada mediante enormes volutas barrocas a su base octogonal.
  • Palacio Pésaro de Venecia: Sobre el canal, con un basamento con fuerte almohadillado y abundante decoración en los dos pisos superiores.

Guarino Guarini:

Cúpula de la Capilla del Santo Sudario, Turín

Es otro de los grandes arquitectos del período. Trabaja, sobre todo, en Turín, donde realiza obras como:

  • Palacio Carignano de Turín: El cuerpo principal y las alas laterales forman una composición ondulante típicamente barroca y de suprema elegancia. Todo el edificio es de ladrillo cocido, con la decoración tallada a base de estrellas y otros motivos de acusada personalidad e inventiva.
  • Capilla del Santo Sudario de Turín: Sobre una base circular y cubierta por una cúpula cónica de base octogonal, compuesta por nervaduras segmentadas que se traman imitando las labores de cestería.

Fillippo Juvara: 

Palacio de la Granja de San Ildefonso. Segovia (Castilla-León)

En el siglo XVIII el Barroco evoluciona en dos direcciones, por un lado se evoluciona hacia la exuberancia decorativa del Rococó, y por otro existe un retorno a la simplicidad del siglo XVI, que prepara el Neoclásico. Juvara, cansado de los mayores excesos del Barroco, es el mejor representante de este último Barroco tardío y sereno, siendo un auténtico precursor del neoclasicismo. Entre sus obras destacan:

  • Basílica Superga de Turín: De planta central, un octógono irregular cubierto con un gran cúpula sobre tambor, precedida de un pórtico tetrástilo clásico con frontón.
  • Fachada del palacio Madama de Turín: Estructura la fachada a partir de un alto zócalo almohadillado, sobre el un orden colosal e columnas y pilastras corintias rematándola con una balaustrada con estatuas.
  • Palacio de la Granja de San Ildefonso: en 1735 el arquitecto recibió una invitación del rey borbón de España, Felipe V, para quien realizo la fachada y proyectó el nuevo Palacio Real de Madrid, ejecutado después de la muerte de Juvara por Giovanni Battista Sacchetti.

Arquitectura barroca en Francia. 

Palacio de Versalles. Francia

En Francia las artes se pusieron al servicio del sistema político mediante la organización de las Academias, que controlaban el desarrollo literario y artístico. El proteccionismo estatal sustituyó al mecenazgo renacentista, lo que fomentó un arte clasicista en el que domina la monumentalidad y la grandeza, sobre todo en la construcción de palacios, que se situó a la cabeza de la producción arquitectónica del Barroco en Francia.

  • Palacio de Versalles: El arquitecto Le Vau, al que reemplazó Mansart, el decorador Le Brun y el diseñador de jardines Le Nôtre convirtieron Versalles en el prototipo de los futuros palacios europeos del siglo XVIII, que tendrá su máxima eclosión en Italia y España con Juvara; al exterior es majestuoso y de relativa pureza clásica, pero en oposición a esto la suntuosidad de espejos y decorados dominan en el interior.
  • Iglesia de los Inválidos de París, de Mansart: A la monumentalidad del conjunto de Los Inválidos agregó Mansart esta capilla, que representa el triunfo del clasicismo francés frente al barroco romano; la monumentalidad de los dos cuerpos horizontales es contrarrestada por la sensación de verticalidad de la elegante cúpula sostenida por doble tambor.

Arquitectura barroca en España. 

En España el Barroco coincide con el período cultural que se ha denominado el Siglo de Oro. Es un período de máximo desarrollo de las letras y las artes, que contrasta con la profunda y compleja crisis política, social y económica que se vive en España.

En la arquitectura barroca española se observa una mezcla de ornamentación y sobriedad, alternándose en un mismo edificio tramos muy barrocos, de abundante y complicada decoración, con otros paramentos completamente lisos, en los que sobresale la claridad de los esquemas constructivos. Además, la arquitectura barroca española se caracteriza por no modificar substancialmente las plantas ni los muros, al contrario de lo visto en Italia, y por la utilización de materiales pobres, salvo en algunas fachadas donde sí se utiliza la piedra.

Distinguimos tres períodos-estilos en la arquitectura barroca española: el primero abarcaría hasta el segundo tercio del S. XVII, se vivirá todavía la influencia herreriana, con plantas renacentistas de gran sobriedad decorativa; el segundo periodo abarcaría el siglo XVII y se prolonga también al XVIII en algunos casos, caracterizándose por el abandono de la austeridad herreriana y el enriquecimiento de la decoración; el último periodo, que se desarrolla también a lo largo del siglo XVIII, se caracteriza por reunir un grupo de construcciones en el que se mezclan las influencias italianas y francesas, sin ninguna conexión con el estilo del periodo anterior. 

El inicio de la arquitectura barroca en España: Juan Gómez de Mora.

Vista de la Casa de la Panadería en la Plaza Mayor de Madrid.


En este arquitecto aún observamos la herencia e influencia de la arquitectura herreriana, sobre todo en sus primeras obras, donde destaca principalmente la sobriedad y el clasicismo:

  • Iglesia del Convento de la Encarnación de Madrid: obra sencilla y serena, de fachada de composición clara, enmarcada por dos pilastras de orden colosal, con frontón, bolas escurialenses, etc.
  • Palacio de Santa Cruz de Madrid: solamente en piedra la parte central de la fachada y las ventanas; el panel central es de gran monumentalidad y está decorado con elementos clásicos usados ya con un movimiento y un ritmo más barrocos.
  • La Plaza Mayor de Madrid: con su estructura cerrada, rodeada de pórticos para los tenderos y de balcones para las fiestas, siguiendo el estilo herreriano de formas austeras, sobrias y geométricas.
  • Obra suya es también el proyecto de la Cárcel de Corte o Casa de la Villa de Madrid, de parecidas características y modificado con posterioridad.   

La plenitud del barroco castellano

A.-) Los Churriguera: 

Plaza Mayor. Salamanca (Castilla-León)

José, Joaquín y Alberto de Churriguera fueron una familia de arquitectos barrocos cuyo apellido se en convertido en sinónimo de la multiplicidad de ornatos y descoyuntamiento de los elementos arquitectónicos tradicionales (el término “churrigueresco”).

Sin embargo estas características plenamente barrocas aparecen solamente en sus retablos, ya que son más conservadores en sus obras propiamente arquitectónicas, donde la decoración se concentra exclusivamente en algunas zonas del edificio.

  • Retablo de San Esteban de Salamanca: José Benito de Churriguera emplea en una estructura arquitectónica aún reconocible con elementos barrocos, como columnas salomónicas de orden gigante, los perfiles curvados, la ruptura de los elementos clásicos, etc.
  • Plaza Mayor de Salamanca: Ejemplo de la arquitectura de Alberto de Churriguera, que sigue la traza de la Plaza Mayor de Madrid, de Gómez de Mora, aunque con una mayor presencia de elementos decorativos.


B.-) Pedro de Ribera: 

Fachada del Antiguo Hospicio de Madrid

El más importante arquitecto español de todo el barroco por su gran imaginación.

Centra casi todos los elementos decorativos en sus estrechas fachadas, que contrastan con la austeridad del resto del muro, utilizando los elementos ornamentales del vocabulario churrigueresco:

  • Antiguo Hospicio de Madrid: mezcla en la fachada ladrillo y piedra, material usado para la decoración que enmarca la puerta, lugar donde rompe incluso la cornisa; la ornamentación es original y alejada de los esquemas clásicos: estípites, entablamentos curvados, cortinajes pétreos, flores, guirnaldas, lazos, vanos ovales, etc.

C.-) Narciso Tomé: 

Transparente de la Catedral de Toledo.

Su obra cumbre, síntesis del ideal de la arquitectura barroca del final del barroco, donde pretende una integración total de las tres artes plásticas, fue:

  • Transparente de la Catedral de Toledo: situado en la girola, se caracteriza por su teatralidad y escenografía puramente barrocas, por el acentuado dinamismo de la composición y por la bicromía de los materiales en los que está realizado, bronce y mármol.  

Arquitectura barroca en Andalucía

A.-) Alonso Cano: 

Fachada de la Catedral de Granada

Inicia el segundo periodo de la arquitectura barroca española que mencionamos en la introducción,  realiza:

  • Fachada de la Catedral de Granada: Con tres arcos que medio punto, que cubren el paramento  rehundido,  formado por dos cuerpos, el inferior con puerta de arco de medio punto y óculo, y el superior con óculos, utilizando pilastras de orden gigante y medallones como elementos decorativos.

B.-) Leonardo de Figueroa: 

Fachada del Colegio de San tTelmo, Sevilla

Arquitecto cuya obra es una síntesis de lo árabe, el plateresco y el barroco; trabajó principalmente en Sevilla:

  • Colegio de San Telmo de Sevilla: espléndida fachada barroca en la que destaca la portada, de desarrollo vertical y realizada en piedra, contrastando con las alas horizontales y construidas en ladrillo.
  • Iglesia de San Luis de los Franceses de Sevilla: su obra maestra construida a partir de 1691, presenta la novedad de ser de planta central de cruz griega con ábsides semicirculares en los ejes, la fachada es de dos cuerpos y esta profusamente decorada, como un retablo, alternando la piedra y el ladrillo como materiales de construcción.          

C.-) Francisco Hurtado: 

Sagrario de la Cartuja de Granada

En sus obras funde arquitectura, escultura y pintura, mediante una decoración desbordante realizada con mármoles de distintos colores, constantes entrantes y salientes, abundancia de esculturas y motivos decorativos de todo tipo, empleo de ventanas y tabernáculos en sus composiciones, etc.
  • Sagrario de la Cartuja de Granada: Con una exuberante decoración a base de líneas curvas y quebradas.

Arquitectura barroca en Galicia: Fernando Casas Novoa. 

Entre sus obras sobresale la Fachada del Obradoiro de la Catedral de Santiago de Compostela: gigantesco arco de triunfo entre dos torres, del que destacan la abundancia de elementos curvados, la sensación de ascenso y el empleo de grandes ventanales como en el estilo gótico. 

Arquitectura palaciega en España. 

Palacio Real de Madrid

Durante el barroco se construyeron en España las grandes residencias de los borbones, encargos que cayeron en manos de arquitectos extranjeros. Estos edificios, Palacio de Aranjuez, Palacio de San Ildefonso en La Granja y Palacio Real de Madrid, son de estructura más clara y clásica, no apareciendo en ellos el recargamiento ornamental que hemos visto en otro tipo de obras.

  • El Palacio Real de Madrid: Juan Bautista Sachetti  modificó el proyecto de Juvara para el Palacio Real de Madrid, comenzado en 1734, reduciendo sus dimensiones y aumentando su altura, un cuerpo sirve de basamento, en forma de alto zócalo almohadillado  y  en el cuerpo principal con dos pisos de ventanas  se alternan columnas y pilastras de orden gigante, coronándose el edificio con una balaustrada. De planta cuadrada, con salientes en los ángulos, gran patio central y un saliente en la fachada posterior correspondiente a la capilla.

9.2.    Escultura barroca.

La estatuaria barroca cumplió un papel muy importante en la decoración arquitectónica tanto interna como externa.

A diferencia de las equilibradas y axiales esculturas del renacimiento, parecen posarse vivas sobre la base de piedra, prestas a salir de ella en cualquier momento.

Los rostros sufren, se esfuerzan, apretando los labios o abriéndolos para gemir, los músculos se encuentran en tensión y las venas parecen latir bajo la piel, incluso cabellos y barbas, despeinados, plasman un estado de ánimo.

Cristo yacente de Gregorio Fernández (1634). Iglesia de San Miguel y San Julián, Valladolid. (Castilla-León)

El movimiento se convierte en una auténtica obsesión de los escultores barrocos, captando siempre en plena acción, hacia afuera, mediante composiciones abiertas en las que ropajes y miembros se proyectan violentamente hacia el exterior, en las que desaparece la simetría, en las que predominan las líneas sesgadas y los escorzos, en las que se multiplican los pliegues, los contrastes lumínicos, los puntos de vista, etc.

Por doquier aparecen ángeles y arcángeles, santos y vírgenes, dioses paganos y héroes míticos, agitándose en las aguas de las fuentes o asomándose de sus nichos en las fachadas, cuando no sostienen una viga o están en los altares.

Los materiales que mejor expresaban estos sentimientos eran el mármol blanco y el bronce. 

Detalle del rostro de David, obra de Bernini (1623-1624)

El deseo de fuerza, de monumentalidad y también de expresión que presenta la arquitectura barroca, y el impulso naturalista de la pintura, también se dan en la escultura. Las características serían:
  • Búsqueda del movimiento. Ello supone emplear esquemas compositivos libres, no geométricos, con la representación de personajes y escenas no quietos, en donde los ropajes juegan un papel muy importante (como ya sucediera en el Manierismo). Los ropajes que envuelven a los personajes se agitan no sólo cuando éstos están en movimiento, sino incluso cuando están parados (como en la Beata Albertoni). Son ropas anchas, hinchadas, desordenadas, que permiten juegos violentos de luz y sombra, enfatizan los gestos dramáticos de los personajes. 
  • La elección de temas suele así responder a un instante en el que las figuras se encuentran en una posición inestable. Con esta predilección se explica el éxito que tuvo la representación del cuerpo humano mientras realiza un movimiento en espiral consecuencia de una veloz rotación, como en Apolo Dafne de Bernini, en la que las curvas descritas por los cuerpos se acercan armoniosamente sugiriendo el instante en que la ninfa, para huir del dios, se transforma en laurel. 
  • Predilección por los temas y representaciones que posibiliten contrastes entre luz y sombra. 
  • Búsqueda de realismo y expresividad, disposición teatral de las figuras. 
  • La escultura se incopora muchas veces (como durante la Edad Media) a la arquitectura, como remate de construcciones, fuentes, decoración de interiores. 
  • La escultura se proyecta dinámicamente hacia afuera y no suele concebirse para estar aislada. Por ello serán frecuentes las composiciones en aspa, los ropajes flotantes, la gesticulación expresiva, utilizando todos aquellos recursos plásticos que aumenten el dinamismo y la expresión exaltada. 
  • La escultura se concibe para ser vista desde uno o a lo sumo dos lados de perspectiva, y sólo en casos excepcionales se convierte en auténtica escultura exenta. En general está orientada dentro de un contexto arquitectónico (imagen de un altar, imagen de una tumba, figura en nicho, en jardines, en plazas, rematando edificios...) y su efecto nunca queda restringido al espacio que ocupa sino que se extiende a su entorno y es en éste donde adquiere toda la significación. 
  • En muchas ocasiones se buscará la policromía, en Italia empleando mármoles de distintos colores, en España y Alemania con madera pintada según la tradición medieval.
Apolo y Dafne, obra de Bernini (1622–25).

Gian Lorenzo Bernini es el escultor más importante del barroco. Su técnica es de un virtuosismo extraordinario, al lograr que el mármol imite la calidad de la carne, de las telas o de los vegetales, como sucede en su obra de juventud Apolo y Dafne. A la vez, logra sorprender el movimiento en el momento de plena acción y la violencia expresiva (como en el David), caracteres enteramente barrocos pese a la inspiración en los modelos clásicos. 

Tumba del Papa Urbano VIII, obra de Bernini (1627-1647)
En su etapa central, mientras atiende también a sus encargos arquitectónicos, se rodea de un excelente taller que le ayuda, como a Rubens, a atender la multitud de encargos que recibe de toda Europa. Proyecta y dirige la mayor parte de cuantos conjuntos se realizan en Roma. En el mausoleo del papa Urbano VIII crea un tipo de sepulcro papal que luego será muy imitado, con la figura del pontífice sentado en actitud de arenga y, en el basamento, figuras alegóricas de las Virtudes y un esqueleto que arranca los títulos del difunto. 

Detalle de la Tumba del Papa Urbano VIII, obra de Bernini (1627-1647)

Como decorador urbano, realiza un conjunto deslumbrante de fuentes en Roma, desde las más sencillas, como la de la Barca en la Plaza de España, iniciada por su padre, hasta la monumental de los Cuatro Ríos en Plaza Narvona, complicada alegoría para exaltar al Papado, la Iglesia y la familia del pontífice Inocencio X, cuyo palacio se alza en dicha plaza. 

Fuente de la Barcaccia, obra de Bernini 1627-1628, Plaza de España, Roma (Italia)

Como escultor religioso empapado de un sentido teatral y escenográfico, pero también sinceramente expresivo, su obra maestra es la Capilla Cornaro en la Iglesia de Santa María de la Victoria, con la representación del Extasis de Santa Teresa. Un efecto luminoso hace que las imágenes parezcan suspendidas en el aire, y la expresión de la santa, en pleno arrebato místico, constituye una de las más grandes realizaciones de todo el arte barroco. En la Beata Albertona, moribunda, vuelve a insistir en el tema del alma deshecha en el éxtasis. 

Éxtasis de la beata Ludovica Albertoni, obra de Bernini  (1671-1674).

Como retratista también ha dejado una infinidad de ejemplos, en los cuales traduce con extraordinaria vivacidad el carácter de los personajes, dando mucha importancia a los ropajes, que labra con virtuosismo admirable: retrato de Luis XIV.

Busto de Luis XIV de Francia, obra de Bernini (1665)

Respecto a la imaginería española, destaca su talante realista. Mientras en Italia y Francia se desarrolla la gran escultura barroca de inspiración berniniana, en mármol y bronce, en España se cultiva la escultura en madera policromada de carácter exclusivamente religioso y puesta al servicio de la sensibilidad piadosa contrarreformista, que procura aproximar la realidad al hecho representado, para mover la sensibilidad del creyente, que asiste así en cierto modo al hecho (al "paso" procesional) de la Pasión de Cristo o siente a los Santos como personas muy vivas y reales, próximas a su realidad. El realismo y la intensa preocupación por el detalle, puestos al servicio del fervor religioso contrarreformista, son sus características fundamentales; las figuras generalmente se pintan (policromía) e incluso a veces llegan a emplearse ojos de cristal, vestimentas auténticas y pelo natural

La piedad popular de las Cofradías (en Valladolid antes que en otras partes) da lugar a las procesiones de Semana Santa. El pesimismo de una sociedad en declive va haciendo que se renuncie a la técnica del estofado renacentista, en aras de un mayor realismo con los colores enteros en las vestiduras. 

La Piedad o La Quinta Angustia, obra de Gregorio Fernández (1616)

La figura central de la primera mitad del siglo es Gregorio Fernández, establecido en Valladolid. Se trata de un autor realista, con un canon muy dramático: escenas llenas de vivacidad y expresión, no faltando las yagas (a veces realizadas con cuero de animales para ser más realistas) o moratones, y los regueros de sangre. Mostró un gran interés por el patetismo expresivo (como su maestro, Francisco de Rincón) y por la elegancia de sus figuras

Retablos, pasos procesionales e imágenes de devoción, de madera, forman una abundante producción, basada en la representación de la exaltación religiosa imperante en la época, que él interpretó de forma sencilla y realista, buscando acercar la obra a la sensibilidad del pueblo.

Retablo mayor de la catedral de Plasencia, obra de Gregorio Fernández (1614)

Entre sus retablos destacan el del Monasterio de las Huelgas Reales (Valladolid, 1613), el de la iglesia de San Miguel de Vitoria (1624–1631) y el de la catedral de Plasencia (1632). El Museo Nacional de Escultura de Valladolid guarda algunas de sus obras maestras, como su Cristo yacente (1614) y La Piedad (1616).

Escultura del Cristo de la Clemencia o de los Cálices (1603-1604), sacristía de la Catedral de Sevilla.

 En Andalucía destaca Juan Martínez Montañés, que frente al estilo casi expresionista castellano representa una noble serenidad y severo clasicismo que lo entronca con la tradición renacentista, también por su perfecto conocimiento del desnudo masculino (Cristo Crucificado). Su gusto por el dolor contenido, también presente en su discípulo Alonso Cano, y por lo menudo, llevan a la escultura hacia formas próximas al rococó. Como escultor se formó en el taller de Martínez Montañés, realizando numerosas esculturas de tema religioso en madera policromada. De él adoptó la contención expresiva y el clasicismo formal, añadiendo su gusto personal por lo delicado y menudo. Hizo varias Inmaculadas, figuras del niño Jesús y santos, entre otras. Como arquitecto diseñó la fachada de la catedral de Granada (1667), en la que destaca el sorprendente efecto de profundidad, logrado al rehundir sus tres grandes arcadas, y su gran riqueza decorativa.

Inmaculada, obra de Alonso Cano. Catedral de Granada.


9.3.    Pintura barroca. 

Las obras pictóricas barrocas, liberadas de la geometría de los cuadros del renacimiento, se caracterizaron por la composición radial, en la que personajes y objetos parecían salir disparados desde el punto central hacia las diagonales, que se cruzan indefinidamente en planos diferentes, creando la sensación de que los personajes se escaparán del cuadro.

Las formas son voluptuosas y exageradas y las figuras cobran expresividad y, envueltas en mórbidas telas, se abrazan las unas a las otras en actitudes patéticas y dramáticas, a veces, incluso imposibles.

Se busca representar la realidad mediante un acentuado naturalismo, recurriendo para ello incluso a lo feo o viejo.

El color se convierte en el principal protagonista de la pintura, dejando definitivamente al dibujo en un segundo plano. Los contornos se esfuman en rápidas pinceladas.


Hegemonía de la luz en las composiciones, creándose el espacio mediante el extremo contraste del claroscuro, el tenebrismo.

El dominio de la tercera dimensión, del volumen y la profundidad, es absoluto.

Durante el Barroco la técnica protagonista es la pintura al óleo sobre lienzo.

Pero también fue de una importancia capital el desarrollo de la pintura decorativa al fresco, con la que se cubría gran monumentalidad y grandiosidad la arquitectura, principalmente las bóvedas.

Los temas favoritos deben buscarse en la Biblia o en la mitología grecorromana; también es el momento de esplendor del retrato; además se desarrollan otros temas nuevos, como el paisaje, ahora como género completamente independiente, las marinas, los bodegones y naturalezas muertas.

Venus del espejo (1815), obra de Peter Paul Rubens

Es la época del hedonismo de Rubens, con sus cuadros alegóricos de mujeres regordetas luchando entre robustos guerreros desnudos y expresivas fieras, de los excelsos retratos de Velázquez, del realismo y el naturalismo absoluto de Caravaggio y de Murillo, del dramatismo de Rembrandt, etc.

El Barroco, en suma, dio grandes maestros, que si bien trabajaron según distintas fórmulas y a la búsqueda de diferentes efectos, coincidieron en un punto: liberarse de la simetría y las composiciones geométricas precedentes, en favor de la expresividad y el movimiento. 

La oposición formal más decidida al manierismo con su desdén por la naturaleza y su enorme carga intelectual la representa el naturalismo o realismo que Caravaggio lleva a su punto más alto. Este artista, independiente, violento (llega al asesinato, teniendo que huir de Roma), no tiene más modelo que la realidad, tomando para modelo a tipos de la calle sin ninguna idealización (lo que le vale no pocos escándalos: elige a una mujer de la calle para pintar a una Virgen). 

Sus ángeles o Cupidos son golfillos de la calle. Este procedimiento, que reacciona violentamente contra la exquisitez y la sensualidad refinada y misteriosa del manierismo, resulta de una gran eficacia piadosa y la Contrarreforma, que pretende impactar en las conciencias más que nunca, lo asume pronto: los santos son hombres como todos, los episodios del Evangelio son así más fáciles de comprender y de identificarse, los pies sucios de San Pedro (pese al escándalo inicial) son más cercanos al pueblo que las complejas idealizaciones anteriores. Pero es evidente que la excesiva vulgaridad de los tipos, puede introducir una sensación de falta de respeto, y algunas de sus obras tendrán por eso problemas.

Junto a esta insistencia en lo real descarnado, Caravaggio también utiliza el "tenebrismo", consistente en presentar a los personajes y los objetos sobre un fondo oscuro, destacándolos con una iluminación dirigida y violenta, como de un foco de teatro, para evidenciar los gestos y objetos, que, así, son traídos a un primer plano.

El "tenebrismo" ignora los paisajes, pero valora enormemente la naturaleza muerta. El propio Caravaggio pintó bodegones y composiciones con tipos populares en escenas vulgares (tabernas, jugadores, músicos) Sin embargo, sus obras maestras son grandes cuadros religiosos en los que la voluntaria vulgarización de los modelos no quita grandeza y emoción a lo representado: Vocación y Martirio de San Mateo, Conversión de San Pablo, Martirio de San Pedro, Entierro de Cristo, David con la cabeza de Goliat (ésta autorretrato macabro de Caravaggio)... 

La crucifixión de San Pedro (1601), Santa Maria del Popolo, Roma.
La novedad del tenebrismo interesó a artistas jóvenes, tanto italianos como nórdicos, flamencos holandeses y franceses, algunos de los cuales se especializan en la representación de escenas callejeras con tipos populares representados con la luz e intensas sombras propias del tenebrismo: Manfredi, Gentileschi, Carracciolo o el español Ribera son imitadores de Caravaggio. 

A la vez que los caravaggistas reaccionan tan violentamente contra el manierismo, en Bolonia, ciudad universitaria y culta, con una gran burguesía, se produce un fenómeno paralelo de rechazo de las formas caprichosas idealizadas en exceso, al que se denomina “clasicismo boloñés”. Pero buscando no la realidad inmediata, con sus imperfecciones, sino una realidad más intelectualizada, que pinta las cosas no como son, sino como deberían ser, buscando la belleza ideal y la expresión de los caracteres y estados de ánimo, de manera parecida a como había actuado el arte griego o del Renacimiento, que pasan a ser modelos ideales. 

El clasicismo boloñés es, desde luego, realista, pero menos que el naturalismo caravaggista. Este clasicismo se interesa por la naturaleza y crea un tipo de paisaje de enorme belleza y equilibrio, ordenado en planos, con utilización de motivos de ruinas clásicas y que expresa la serenidad de la obra de Dios. Aníbal Carracci (quien se inspira en Rafael, en Miguel Ángel, y que a su vez influye en Rubens), es creador de un paisaje clásico, con figuras pequeñas donde lo importante es la majestuosidad serena de la naturaleza (Huida a Egipto).

 Guido Reni es un pintor de una elegancia un tanto fría, de un dibujo preciosista y un color refinado.

En la segunda mitad del XVII el pleno barroco se especializa en la decoración de bóvedas y muros, con un sentido triunfal y grandioso. Pietro de Cortona, también arquitecto, es el primer gran maestro en este género, que recoge motivos del clasicismo peor que se basa en el poderoso estilo veneciano de Veronés. 

Las bóvedas de los palacios Barberini y Pamphili en Roma y el Pitti en Florencia, son obras maestras de excepcional movimiento y colorido, con grandes escenas unitarias vistas de abajo a arriba ("sotto in su"). 

Fresco de la Apoteosis de San Ignacio o La gloria de san Ignacio,obra de Andrea del Pozzo

El padre Andrea del Pozzo, jesuita, realiza la decoración de la iglesia de San Ignacio con un bóveda que, en un alarde de perspectiva, finge arquitecturas que prolongan las reales, incluso simulando una gran cúpula que en realidad no existe. Este género de pintura, que exige grandes conocimientos matemáticos, recibe el nombre de "cuadratura". Lucca de Giordano, quien deja obras importantes en El Escorial y Toledo, es continuador de este estilo. 

En Francia destacan pintores clasicistas como Poussin y Claudio Lorena, generalmente formados en Italia y deudores de Rafael. Poussin tiene un peculiar estilo basado en la antigüedad, con significaciones eruditas, compuestas sus escenas como bajorrelieves clásicos pero pintadas con un gran colorismo. 

Junto a escenas mitológicas e históricas, cargadas de significación moral y destinadas a una clientela culta, cultivó la pintura religiosa con una severa grandiosidad, un tanto fría.

Lorena fue esencialmente paisajista, consiguiendo unas interpretaciones maravillosamente poéticas de la luz a distintas horas del día, con personajes diminutos (su influencia en el impresionismo es grande. 

También destaca durante el reinado de Luis XIV la creación de la Academia Real de Bellas Artes para acabar con la anterior ordenación gremial. Charles Le Brun, pintor real, ejerció una auténtica dictadura artística, creando complejas alegorías en honor del rey y creando cartones para los tapices de la fábrica de los Gobelinos. 

En Bélgica, tras la escisión entre catolicismo (abrazado por Flandes) y protestantismo (Holanda), se multiplican los asuntos religiosos, en grandes lienzos de altar, insistiéndose mucho en la vida de los santos y en las representaciones de los Sacramentos que los protestantes rechazan. 

El retrato tiene un carácter aparatoso y solemne, dando idea de la elevada posición del retratado. La figura culminante en Pedro Pablo Rubens (1577–1640), educado en el círculo de los artistas admiradores de Italia, a donde irá a estudiar especialmente la grandeza corporal de las figuras de Miguel Ángel y la luz de los venecianos.

El rapto de las hijas de Leucipo (1616), obra de Peter Paul Rubens

Rubens dibujaba sus composiciones y preparaba bocetos coloreados que eran luego copiados, en el tamaño definitivo, por sus discípulos y retocados por él. A la vez, una serie de colaboradores especializados en arquitecturas o paisajes, animales o flores realizaba las partes correspondientes. Lo admirable es el sentido de unidad total de todas estas obras que traducen solamente la personalidad y el genio de su inventor, dotado de una fabulosa imaginación creadora. 

Carlos V con un perro, obra de Tiziano (Museo del Prado)

Rubens se caracteriza por su dinamismo, vitalidad y exuberancia. Su colorido es cálido, aprendido en los venecianos, especialmente en Tiziano. Sus composiciones se ordenan habitualmente sobre un esquema diagonal que les presta una sensación de movimiento prolongado más allá del marco. Los cuerpos varoniles son musculosos, y los femeninos gruesos y carnosos, agrupados en composiciones arracimadas, enroscándose las formas. Obras suyas son Adoración de los Reyes, Erección de la Cruz, Descendimiento, Juicio Final, religiosas; Las Tres Gracias, Juicio de París, mitológicas; María de Medicis, El Duque de Lerma, retratos. 

Sus dos discípulos más importantes son Van Dyck, de espíritu refinado y selecto, elegante, especializado en retratos de tipo cortesano. Jordaens, simpatizante del protestantismo, prefiere temas populares y vitales, con cierto toque grosero algunas veces (El sátiro y el campesino). 

El sátiro y el campesino, obra de Jacob Jordaens (1620-21)

En Holanda la clientela está compuesta por burgueses, comerciantes y artesanos, y por tanto las obras reflejan un espíritu hogareño, laborioso, austero algunas veces, propio de los inicios del capitalismo. 

Se trata de una pintura de género doméstico, en la primera mitad del siglo con una gran sencillez y contención, y una mayor aparatosidad y barroquismo en la segunda. Hals es el más intenso retratista de su tiempo, intérprete de la vivacidad y alegría del holandés, con una técnica extraordinariamente libre y audaz. Fue el precursor del retrato de grupo o de corporación, que va más allá de la simple reunión de personas, y llega a plasmar en el conjunto el espíritu común que mueve a esa corporación: Banquete de oficiales de San Jorge, Las regentes del asilo de ancianos. 

Rembrandt Harmenszoon van Rijn es la personalidad más compleja del arte holandés. Su estilo parte del tenebrismo, pero aunque gusta de los contrastes entre luz y sombra, no es tan exagerado su claroscuro como el de Caravaggio, sino que se complace en unas penumbras misteriosas y doradas que prestan un enorme atractivo a sus obras. 

La ronda de noche, también conocida como La milicia del capitán Frans Banning Cocq, 1642. Óleo sobre lienzo; en la colección permanente del Rijksmuseum de Ámsterdam.

Cultiva todos los géneros, desde el bíblico, con insistencia en los asuntos del Antiguo Testamento, hasta algunos paisajes o el bodegón (el Buey desollado). Obsesionado por su propio rostro, ha dejado infinidad de autorretratos. También hizo retratos de grupo (La Ronda de Noche, Lección de Anatomía, Los Síndicos de los pañeros de Ámsterdam), así como otras obras más difíciles de clasificar: Muchacha bañándose. 

Su discípulo Vermeer es el gran maestro del género típicamente holandés del cuadro del interior, expresión de la vida burguesa de extraordinaria sencillez en la composición: La carta.

La joven de la perla (h. 1655), lienzo de Johannes Vermeer

Pintura barroca española:

En la pintura barroca española es fundamental la influencia de la pintura italiana, principalmente del tenebrismo de Caravaggio, que estuvo presente en gran parte de los pintores españoles, como Ribera y Velázquez.

Una de las características principales de la pintura española barroca es su gran naturalismo, su realismo, el deseo de mostrar lo más fielmente posible la realidad.

También destaca la sencillez y equilibrio en las composiciones y las formas, no hay movimiento violento ni impetuoso como ocurre en las obras italianas, prefiriéndose organizar el tema en el cuadro a partir de líneas diagonales y escorzos.

Por otra parte, el dibujo cede terrero a la utilización más natural del color.

También existe una mayor preocupación del artista por la profundidad, culminando con el pleno dominio de la perspectiva aérea.

En cuanto a la luz, se concibe como un elemento que organiza los ambientes donde se desenvuelven las figuras, contribuyendo además a crear atmósferas que transmiten la realidad de los temas.

En cuanto a la temática, predominan los temas religiosos: santos, martirios, Inmaculadas; entre los temas profanos sobresalen los mitológicos, por clara influencia de Rubens, los bodegones, las escenas de género, los retratos, los desnudos y los paisajes.

A finales del s. XVII la capacidad pictórica nacional da muestras de agotamiento y empieza la intromisión de cuadros y artistas extranjeros, que culminará con el cambio de dinastía. En el s. XVIII se observa un cambio en el desarrollo de las características pictóricas:
  • Adquieren mayor importancia los temas profanos y el tratamiento menos dramático de los temas religiosos, circunstancia que contrasta con el realismo cruento de la primera etapa. 
  • Aparece también el empleo de una iluminación más dispersa y suavizada, ya muy próxima al rococó francés.

Francisco Ribalta 

Se forma como pintor en Madrid y sus primeras obras se caracterizan por el dramatismo en el tratamiento de los temas y, por influencia de Tiziano, la preocupación por la luz y el color. Posteriormente se trasladó a Valencia donde realizó toda su obra de  madurez, observándose en él en esa etapa una tendencia más acusada hacia el naturalismo e influencias del tenebrismo de Caravaggio, con el que probablemente entró en contacto durante sus estudios en Italia.

Visión de San Francisco del ángel músico, óleo sobre lienzo, Madrid, Museo del Prado.
  • San Francisco confortado por un ángel músico: El uso de la luz y la sombra para crear un clima de misterio, construir el espacio y resaltar los elementos de carácter dramático, la delicadeza de los gestos y de la acción, la valentía compositiva o la maestría en la reproducción de las texturas son características de Ribalta presentes en esta obra. 
  • Cristo abrazando a San Bernardo: Centra su atención en las dos figuras protagonistas, pues los dos ángeles que representa en el fondo apenas se distinguen en la oscuridad. La luz, influencia de Caravaggio, penetra por el lado izquierdo del cuadro e ilumina el rostro del santo, mientras que el de Cristo permanece en las sombras.

 José de Ribera 

Se formó con Ribalta pero viajó tempranamente a Italia, donde realizó toda su obra y donde se impregnó de la influencia de Caravaggio, siendo allí conocido por “Lo Spagnoletto”, el pequeño español. Sus primeras obras tienen marcado carácter tenebrista, con figuras que se recortan violentamente sobre un fondo oscuro; en una segunda etapa su pincelada se hace menos densa, la luz más dorada y se van aclarando los fondos. 

Sileno ebrio, 1626. Obra de José de Ribera. Museo de Capodimonte, Nápoles
La Escuela Andaluza:

Francisco Pacheco 

Tratadista que creó escuela en la ciudad de Sevilla, la mayor y más rica de su época.

Destaca sobre todo por ser el maestro y suegro de Velázquez.

Juan  Sánchez Cotán 

Se observa en sus obras una tendencia hacia el tenebrismo como consecuencia de la influencia de Caravaggio, creando un estilo plenamente barroco y naturalista, sobre todo en sus bodegones, que marcarán la línea de los bodegones que se pinten en épocas posteriores.  Los bodegones españoles son muy diferentes de los italianos o los flamencos, caracterizándose por ser composiciones de pocos elementos, muy sencillas, son extremadamente austeros. 

Bodegón de caza, hortalizas y frutas, firmado «Ju. Sanchez cotan f./1602», Museo del Prado, Madrid.

  • Bodegón de caza, hortalizas y frutas: Bodegón colocado en el interior de una alacena; la composición destaca por su sobriedad, intimismo e intensidad, características que se enfatizan gracias a la luz lateral que produce grandes sombras, creando una ilusión perfecta y plenamente realista propia de las naturalezas muertas pintadas por Cotán que se convertirán en el prototipo del bodegón español.

Francisco de Zurbarán 

Aprendió en Sevilla, pero volvió a su lugar natal, Fuente de Cantos (Badajoz), donde realizó numerosos encargos, sobre todo series monacales, que habían de constituir su especialidad. Por recomendación Velázquez viaja a Madrid en 1634 con el fin de tomar parte en la ornamentación del famoso Salón de Reinos, para el que pinta El Socorro de Cádiz. Su producción desciende hacia 1640, y se observa también un cambio en la estética de su pintura, que evoluciona hacia formas más blandas, delicadas y coloristas, con  temas más amables por influencia de Velázquez y de Murillo. 

San Hugo en el refectorio de los Cartujos,  (Museo de Bellas Artes Sevilla.1630-1635.)
  • Aparición del Apóstol San Pedro a San Pedro Nolasco: Obra de la primera etapa de su carrera, en ellas el pintor muestra su facilidad para realizar composiciones sencillas en las que puede centrarse en el estudio de la expresión de los personajes, en la reproducción de las texturas de las telas y en el juego de la infinita gama de los blancos y los grises. 
  • San Hugo en el refectorio de los Cartujos: Crea un ambiente cerrado en el cuadro, al que falta la profundidad; las figuras se disponen en fila a lo largo del lienzo, lo importante es el equilibrio en la composición; toda la atención se aplica a los rostros y manos, que adquieren un inmenso poder expresivo, también es fundamental la representación de las calidades de las telas y de los objetos. 
  • Defensa de Cádiz contra los ingleses: Obra profana que representa el desembarco de marinos ingleses en la inmediaciones de la ciudad. Ese suceso, que tuvo lugar en 1625, fue una de las acciones bélicas elegidas para decorar el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro en Madrid, junto con otras encomendadas a pintores españoles como Velázquez, Maíno, Vicente Carducho o Pereda. 
  • Bodegón: El tema de los bodegones es también clave en su obra, utiliza una composición sobria y sencilla, distribuyendo los objetos representados en fila sobre una mesa; sigue la línea iniciada por Sánchez Cotán en la representación de naturalezas muertas.

Alonso Cano 

Pintor de origen granadino que se trasladó a Sevilla, donde trabajó a las órdenes de Francisco Pacheco, coincidiendo en su taller con Velázquez.

El milagro del pozo, obra de Alonso Cano

Su pincelada es clara y en su paleta predominan los colores plateados; fue hábil dibujante, muy estudioso en la composición de sus cuadros, generalmente sencillas, con una o dos figuras que se destacan sobre un fondo neutro o un paisaje vaporoso; en los tipos femeninos tiende a la belleza ideal concebida por medio de formas ovaladas. 

  • El Milagro del Pozo: Es un cuadro que presenta una composición más elaborada; presenta una técnica suave y desenvuelta que imita a Velázquez en la pincelada quebrada; realiza un detallado estudio de la luz, concentrada en la figura del niño, mientras que el resto de las figuras permanecen a oscuras; en cuanto a la gama de colores que utiliza se aprecia que dominan los tonos oscuros. 
  • San Andrés: Ribera trabajaba en ambientes humildes, llegando a utilizar como modelos a mendigos, inclinándose principalmente por cuerpos arruinados por la vejez o el hambre, representando con extremo naturalismo la piel, la delgadez y otros rasgos de las figuras, cuyo misticismo es reforzado además por los intensos claroscuros empleados en las composiciones. 
  • El sueño de Jacob: Muestra a Jacob en un alto en el camino, durmiendo sobre una piedra; es una composición sencilla en ángulo recto, formada por el tronco del árbol y la figura de Jacob; destaca el escaso interés que confiere al paisaje, que se reduce al árbol y la piedra, aunque esta obra sí significa el abandono de su etapa anterior tenebrista; además se aprecia su culto al color, de raigambre veneciana, y la fuerza escultórica del personaje. 
  • El martirio de San Felipe: Compendio de su estilo visto anteriormente, también de su etapa ya no tenebrista. 
  • El patizambo: Cuadro naturalista en el que un niño cojo sonríe ajeno a la tragedia de su pie destrozado, siguiendo aquí la línea de la pintura barroca de representar todo aquello que se da en la naturaleza, aunque sea desagradable, raro o feo.


DIEGO RODRÍGUEZ DE SILVA Y VELÁZQUEZ 

Velázquez se autorretrató, pintando, en 1656 en su cuadro más emblemático: Las Meninas.

Velázquez poseyó un elevado concepto de la pintura y aspiró a la perfección absoluta, lo que queda de manifiesto en el gran número de veces que retocó sus cuadros, siempre buscando el dominio completo de la técnica. Aunque a lo largo de su vida el estilo de Velázquez no dejó de evolucionar, como características generales de su pintura podemos citar las siguientes: 

  • Realismo, poco amigo de la fantasía y los idealismos busca siempre representar la realidad misma. 
  • Sentido del equilibrio, lo que hace que siempre se guíe por el buen gusto y la elegancia a la hora de elegir escenas o gestos; sus composiciones son el fruto de una lenta y profunda meditación, todo lo piensa con minuciosidad y detallismo. 
  • En relación con el uso del color su paleta se irá aclarando a lo largo de su vida, al igual que también evolucionará la manera de aplicar el color, desde la aplicación de la pasta de forma lisa y uniforme, hasta la técnica nerviosa y suelta de sus etapas finales, en las que sus pinceladas se independizan de forma casi impresionista. 
  • Velázquez destaca por su maestría en la captación del espacio, por crear un ambiente real gracias al absoluto dominio de la perspectiva aérea, deformando los cuerpos vistos de lejos por el efecto del aire interpuesto entre las figuras y entre éstas y el espectador. 
  • Además en sus composiciones la luz no sólo sirve para iluminar y dar volumen a los objetos, sino que también es básica para lograr la sensación perspectiva. 
  • Trató en sus obras todos los temas, desde los mitológicos y los religiosos, hasta paisajes, desnudos o retratos.

1ª etapa: Sevilla (1618-1623) 

Velázquez nació en Sevilla en 1599. Se formó en el taller de su suegro Francisco Pacheco, donde aprendió composición, iconografía y la técnica del dibujo y del color. Su estilo aún no está definido, es todavía de aprendizaje.

Como características de este periodo podemos destacar: el tenebrismo; las composiciones sencillas, generalmente dos o tres figuras rodeadas de diversos utensilios, los denominados bodegones con figuras; el modelado duro de las figuras, de secos contornos perfectamente dibujados; la factura lisa y uniforme; el dominio de los tonos terrosos; etc.

Vieja friendo huevos (1618).National Gallery of Scotland, Edimburgo, Reino Unido

  • La vieja friendo huevos: Caracterizado por el uso de la técnica del claroscuro tenebrista y un realismo casi fotográfico, aquí los auténticos protagonistas son los utensilios, por lo que podríamos clasificarlo como un bodegón con figuras, cuyas calidades y texturas son representadas con absoluto realismo; el modelado de las figuras es duro, casi escultórico. 
  • El aguador de Sevilla: Otro tema costumbrista con las mismas características; podría tratarse de una representación alegórica de las tres edades del hombre, el aguador, un anciano, ofrece una copa con agua a un chico joven, copa que representa el conocimiento; destaca el rostro entre tinieblas del segundo plano, cuyos contornos aparecen completamente difuminados, premonición de lo que será su estilo posteriormente. 
  • La Adoración de los Magos: Episodio evangélico tratado como escena cotidiana, sobre un fondo crepuscular los personajes de la historia sagrada parecen ser retratos de la familia del pintor; destacan el interés por el claroscuro, la calidad táctil y la descripción detallada de objetos y texturas. 
  • Cristo en casa de Marta: El tema sagrado aparece al fondo, el protagonista es un bodegón con figuras, una escena doméstica; estilísticamente destacan una vez más el gran naturalismo y el tenebrismo de la composición. 
  • Madre Jerónima de la Fuente: Retrato de cuerpo entero y fondo neutro, en el que se aprecia la preferencia del autor por los rostros duros; está claramente dentro de los cánones del naturalismo de Caravaggio, el retrato impresiona por la presencia física y espiritual del personaje.

2ª etapa: la Corte (1623-1629) 

Pacheco le introdujo en los ambientes cultos de la España del siglo XVII y le abrió las puertas de la Corte. Se trasladó a Madrid en 1623, donde fue nombrado pintor de cámara gracias a la influencia del Conde Duque de Olivares y a la admiración que por él sentía el propio rey Felipe IV. Allí entró en contacto con las colecciones reales y pudo admirar la obra de los más destacados pintores, principalmente percibe la influencia de los venecianos y sobre todo de Tiziano. En la Corte también tuvo la oportunidad de conocer a Rubens, del que aprendió las posibilidades de la luz y el color.

Como principales características de este momento citamos: la evolución de su paleta hacia tonos más claros y luminosos, el alejamiento del tenebrismo inicial, la pincelada más suelta y los volúmenes menos duros.

El Triunfo de Baco o Los Borrachos (Museo del Prado, 1628-29)

  • Felipe IV: Retrato oficial de Felipe IV, con los elementos clásicos del retrato cortesano; el dominio espacial, colocando la figura en una estancia indefinida, está perfectamente logrado y anticipa sus mejores retratos. 
  • Los borrachos o El Triunfo de Baco: Cuadro de temática mitológica, novedad en el panorama artístico español del momento, realizado por influencia de Rubens; pero casi la única concesión al mundo clásico es el desnudo del dios, estilísticamente la obra conserva el gusto naturalista de su etapa sevillana, junto con la influencia colorista que Velázquez asimila de la obra de Rubens y la pintura veneciana del siglo XVI.

3ª etapa: primer viaje a Italia (1629-1631) 

Rubens le anima para que viaje a Italia, donde visitará varias ciudades y completará su formación.

La madurez de su estilo aparece ya en las obras realizadas allí: composiciones más dinámicas, mayor naturalidad en los gestos, abandono definitivo del tenebrismo, cambios en su paleta, conquista de la profundidad espacial, etc. 

La Fragua de Vulcano (Museo del Prado, 1630)

  • La túnica de José: En esta obra, de temática religiosa del Antiguo Testamento, Velázquez ha abandonado el claroscuro y una luz general invade la habitación donde tiene lugar el suceso, los colores (azul, naranja, amarillo) están muy influenciados por artistas venecianos, bien de los cuadros que se disponía en la colección real o de los que ha podido contemplar en su viaje a la península itálica, donde hace escalas en Venecia y en Roma. 
  • La fragua de Vulcano: En esta composición, de temática mitológica, representa el momento en que Apolo comunica a Vulcano la infidelidad de su esposa Venus con Marte, captando un instante, el momento de más tensión y dramatismo, la reacción de sorpresa; trata el tema con su habitual discreción y elegancia, evitando lo más escabroso del mito; desde el punto de vista técnico apreciamos los primeros pasos en la consecución de la perspectiva aérea, gracias a la distribución de las figuras escalonadamente, la existencia de varios planos lumínicos y las formas imprecisas del fondo. 
  • Paisajes de la Villa Medici: En estas composiciones, denominadas también “La Tarde” y “El Mediodía”, Velázquez convierte al paisaje en el verdadero protagonista e introduce varias novedades, como la pincelada absolutamente libre, impresionista, buscando representar la impresión de realidad y no las formas precisas de ésta, y el hecho de haber sido pintados al aire libre, como también harán los pintores impresionistas.

4ª etapa: segunda estancia en Madrid (1631-1649) 

Con su vuelta a Madrid en 1631 su pintura inicia una nueva etapa, en la que sus óleos ya son los de un pintor plenamente formado. Ejemplos de obras de este período de madurez son: 

Cristo crucificado (Museo del Prado 1632)

  • Cristo crucificado: Evoca formas clasicistas al tratar el desnudo de Cristo, que aparece recortado fuertemente sobre un fondo oscuro del que se ha eliminado toda referencia espacial, lo que acentúa la sensación de soledad, silencio y reposo, frente a la idea de tormento de la Pasión; destaca en su composición la serenidad, la belleza y la perfección formal, no recurriendo ni a exageraciones ni patetismos. 
  • La coronación de la Virgen: Cuadro de devoción privada de Isabel de Borbón, pintado para el oratorio del cuarto de la Reina en el Alcázar madrileño, en el que destaca el equilibrio y la serenidad de la composición, llamada a la meditación sosegada e íntima. 
  • La Rendición de Breda o Las Lanzas: Composición destinada al Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro de Madrid; Velázquez renuncia una vez más a plasmar el momento más trágico, representando el momento en que el derrotado Nassau entrega las llaves de la ciudad al vencedor, Ambrosio Spínola, general genovés al mando de los tercios españoles en Flandes; también destacan su paleta, ahora más clara, y el paisaje del fondo, en el que dominan los tonos plateados, verdes y azules, siendo uno de los más logrados de su pintura y ejemplo de consecución perfecta de la perspectiva aérea por su habilidad para introducir la atmósfera y la luz en el paisaje. 
  • Retratos ecuestres de Felipe III, Margarita de Austria, Felipe IV, Isabel de Borbón y del Príncipe Baltasar Carlos: Velázquez fue también un gran autor de este tipo de retratos; en el último, por ejemplo, destacan el luminoso fondo paisajístico, la posición del caballo en escorzo y en corveta, la pincelada amplia, etc.; en el de Felipe IV, como prueba del cuidado que el artista puso en su elaboración observamos correcciones, “pentimenti”, en la cabeza, busto y pierna del Rey y en las patas traseras y cola del caballo; estos lienzos estaban destinados a ser colgados en uno de los lados menores del Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro. 
  • Retrato ecuestre del Conde-Duque de Olivares: Composición a partir de líneas diagonales formadas por el caballo, la espada y el bastón; destacan la minuciosidad de las calidades de las telas, los detalles de la armadura, su característico fondo de paisaje de tonos plateados, azules y verdes, aplicados en largas pinceladas, rápidas y compactas, formando grandes manchas de color, y la actitud autoritaria y firme del valido de Felipe IV. 
  • Retratos de caza de Felipe IV, el cardenal-infante don Fernando de Austria y el príncipe Baltasar Carlos: Aparecen todos representados de forma semejante, vestidos de pardo, recortados ante un paisaje azulado de la sierra madrileña y acompañados por un perro; fueron pintados para la Torre de la Parada, pabellón de caza situado en los montes de El Pardo que se reforma y reacondiciona entre 1635 y 1638. 
  • Esopo y Menipo: En estos cuadros, realizados también para la Torre de la Parada, Velázquez logra transmitir una imagen veraz y realista de las figuras representadas, un fabulista y un filósofo griegos, similar a muchos de sus retratos de este momento; además tiene muchos puntos de contacto con los retratos de bufones, especialmente por la elección de un personaje físicamente vulgar pero representado con enorme dignidad. 
  • Marte: El tema mitológico le sirve para realizar un magnífico desnudo, de gran realismo; presenta un aire melancólico y un aspecto cansado y abatido, muy diferente a la imagen victoriosa y triunfante tradicional, por lo que se ha interpretado como una posible alegoría de la decadencia política y militar de España. 
  • El niño de Vallecas: Las pinturas de bufones son un capítulo singular de su producción, representados con fidelidad, con respeto y sabiendo captar lo más cálido, humano y digno de su deformidad, aunque en sus rostros también refleja un fondo de amargura; por las características del tema, alejado del retrato cortesano, se permite una técnica más avanzada, de pinceladas largas y sueltas. 
  • Pablillos de Valladolid: Lo más excepcional aquí es la irrealidad espacial, la figura no se sitúa en ningún lugar en concreto, el espacio se consigue solamente mediante las luces y las sombras.


La rendición de Breda o Las Lanzas (Museo del Prado 1634)
5ª etapa: segundo viaje a Italia (1649-1651) 

En 1649 Velázquez volvió a Italia, en este caso por encargo del monarca con el fin de adquirir obras de arte para las colecciones reales. Ejemplos de este período son: 

Venus del espejo (National Gallery de Londres,1647-1651)

  • Retrato de Juan de Pareja: Era el ayudante de Velázquez, a quien ayudaba a la hora de mezclar los colores y preparar los lienzos; el retrato fue pintado poco antes de realizar el del Papa Inocencio X y hay quien dice que sería como una prueba o una práctica antes de pintar al Papa, ya que podemos ver, y esto resulta curioso, un hombre muy altivo, mirando de lado, con cierta soberbia para ser un esclavo; como pintor se le considera discípulo de su maestro, junto a Juan Bautista Martínez del Mazo. 
  • Retrato de Inocencio X: Gracias a su estatus de enviado real tuvo la oportunidad de retratar al papa, captando fielmente su fisonomía, psicología y carácter, hasta el punto que se dice que cunado el papa vio la obra terminada exclamó “¡troppo vero!” (demasiado veraz); destacan además su magistral técnica cromática, mediante la yuxtaposición de distintos rojos, blancos y dorados, y la libertad técnica en la ejecución, mediante pinceladas amplias y fluidas. 
  • La Venus del espejo: Uno de los más hermosos desnudos femeninos de la pintura universal, tratado compositivamente con originalidad y con su habitual refinamiento y elegancia, tratándose además de uno de los escasos ejemplos de este tema en la pintura española; en este caso son evidentes las influencias de Tiziano y Rubens.

6ª etapa: los últimos años de su vida (1651-1660) 

En 1651 Velázquez regresó a España, donde realizará una larga serie de retratos de los personajes de la Corte, destacando el de Felipe IV anciano, el de la Infanta Margarita adolescente o el de Doña Mariana de Austria, en los que su paleta se hace completamente líquida, la forma se esfuma y se logran calidades insuperables.

La familia de Felipe IV o Las Meninas (Museo del Prado, 1656)

De esta etapa también son sus dos obras maestras, cumbres de su obra y de la pintura universal por su complejidad compositiva y su absoluto dominio técnico-estilístico:

  • La familia de Felipe IV o Las Meninas: Representa a la familia real en el momento en que les está realizando un retrato, apareciendo también su propia imagen, aunque en realidad se trata de un retrato de grupo de la Infanta Margarita y sus damas de honor; es un cuadro de composición y perspectiva muy elaboradas, apareciendo en el primer plano la figura de la Infanta Margarita y sus sirvientes, luego el autorretrato del pintor y otras figuras, más atrás las imágenes de los reyes en el espejo y la puerta abierta del fondo, que acentúan la profundidad, difuminándose según aumenta la profundidad los contornos de las figuras por efecto de la perspectiva aérea; también son fundamentales el sabio manejo de la luz, que ilumina la escena desde las ventanas laterales y desde la puerta del fondo, el tremendo naturalismo, la factura libre y atrevida, etc. 
  • La fábula de Aracne o Las Hilanderas: Es un cuadro de temática mitológica en el que se representa la competición celebrada entre la diosa Minerva y la tejedora Aracne; traslada la escena al interior de un taller de tejedoras y representa en un mismo cuadro una escena costumbrista en primer plano y una escena mitológica al fondo, tratando de reconciliar el mundo del mito y el de la realidad; Velázquez logra en este óleo una consecución total de la perspectiva aérea mediante la atmósfera de neblina tan peculiar en su obra, siendo la luz la gran protagonista del cuadro, todo se supedita a ella, tanto la línea como el color, produciendo un efecto de extrema realidad.

La fábula de Aracne o Las Hilanderas (Museo del Prado 1957)

La Escuela Madrileña 

A la Escuela Madrileña pertenecen los pintores que trabajan en la Corte y realizan otros encargos distintos de los de Velázquez. Los principales pintores, además de los discípulos directos de Velázquez, Juan de Pareja y Juan Bautista Martínez del Mazo, de esta escuela fueron:

 Juan Carreño de Miranda 

De origen asturiano, es un pintor que trabaja fundamentalmente en la Corte, donde cumple con Carlos II un papel similar al realizado por Velázquez a órdenes de Felipe IV, siendo por tanto sobre todo pintor de retratos.

La monstrua vestida, obra de Carreño Miranda (Museo del Prado, 1680)

También se caracteriza por realizar importantes estudios de perspectiva en sus pinturas de grandes bóvedas. 

  • Retrato de Carlos II: Representa al monarca con un aspecto raquítico y enfermizo, de rostro pálido y largos cabellos que le caen a ambos lados de los hombros, enmarcado en un ambiente palaciego; destaca su colorido, similar al de Velázquez, influencia que se observa también en el tratamiento sobrio y serio de la dignidad real. 
  • La Reina Doña Mariana de Austria: Aquí también influencia de Velázquez en la pincelada suelta. 
  • La Monstrua: En relación con los bufones velazqueños.

Claudio Coello 

Fue el último pintor de cámara de los Austrias, de Carlos II, teniendo por eso contacto con Carreño. Junto con su labor de retratista, influenciado asimismo por Velázquez, destacan sus trabajos al fresco y las composiciones en lienzos de grandes proporciones. Dominó también perfectamente la técnica de la perspectiva aérea. 

La adoración de la Sagrada Forma de Gorkum por Carlos II, obra de Claudio Coello

  • Retrato de Carlos II: Además del realismo del retrato destaca la representación de la decadencia física e intelectual de esta monarca, último de los Austrias. 
  • Adoración de la Sagrada Forma: Espléndida galería de retratos de los personajes de la Corte; presenta una composición diagonal y de gran teatralidad, propia del Barroco; el estudio de la perspectiva aérea es muy similar a los de Velázquez, donde el espectador parece integrarse en la composición, lográndose la espacialidad por medio de la sabia utilización de la iluminación.

Pintores de finales del  XVII en Sevilla

Bartolomé Esteban Murillo 

Pertenece a la generación final de artistas barrocos del s. XVII.

En sus obras embellece la realidad y se produce el triunfo del sentimentalismo, incluso en los temas de miseria y pobreza, anticipándose con ello al Rococó. La temática de sus composiciones es esencialmente religiosa, de carácter familiar y tierno; también trató también temas costumbristas. En cuanto a las características técnicas de su obra se observa una importante preocupación por el colorido, su pintura evoluciona hacia una pincelada más abreviada, que ofrece formas cada vez  más difuminadas y vaporosas  y le interesa menos la composición que a Zurbarán y  Velázquez. 

Inmaculada Concepción de El Escorial, hacia 1660-1665, óleo sobre lienzo, Madrid, Museo del Prado.
  • La Sagrada Familia del pajarito: Tema religioso tratado como si fuera un episodio hogareño; de gran ternura, intimidad y misticismo su estilo tuvo un amplio éxito popular, repitiendo los mismos temas sin descanso. 
  • La Inmaculada Concepción de los Venerables o de ''Soult'': En esta obra, hoy en el Museo del Prado tras un azaroso periplo, realiza una representación juvenil de la Virgen, prototipo formal y espiritual de donde partirán todas las variantes posteriores de este tema iconográfico, muy repetido a lo largo de toda su producción pictórica; en cuanto al estilo decir que ablanda los contornos, difumina la figura y multiplica el número de ángeles que rodean a la Inmaculada, además son importantes el color y la luz, centrados en los ropajes movidos por el viento. 
  • Niños comiendo melón y uvas: Los temas de género son un capítulo destacable dentro de la obra de este pintor, donde representa la realidad de una manera ideal y optimista, rehusando reflejar la miseria y la pobreza de estos personajes y centrándose en el lado amable de la realidad. 
  • Niños jugando a los dados: De similares características; composición llena de gracia y picardía, donde la figura central  se representa en la sombra y contrasta con la luminosidad de los otros personajes, reflejando animación en los rostros y ademanes; en cuanto al colorido decir que domina una amplia gama de tonos ocres y marrones; también destaca el bodegón que aparece en uno de los ángulos del cuadro.


Juan de Valdés Leal 

Le interesan más la expresividad y el estudio de la luz que la belleza, destacando asimismo por la exaltada pasión, el movimiento de sus composiciones, una rápida técnica de ejecución y un gran colorido, que hacen que su obra sea plenamente barroca. Su temática es fundamentalmente religiosa, aunque orientada hacia lo desagradable y lo macabro.
In icto oculi (1670-1672)
  • Pinturas del Hospital de la Caridad de Sevilla: Obras con un claro simbolismo moralizante, de tema macabro alusivo a la banalidad de la vida terrena y a la igualdad humana en la vida de ultratumba; son dos cuadros de gran crueldad, In ictu oculi (en un abrir y cerrar de ojos) y Finis gloriae mundi (el final de las glorias terrenales), donde dominan la oscuridad y el desorden, produciendo en el espectador un gran desasosiego. Estas pinturas reflejan el pesimismo reinante a finales del barroco español, contrastando con la dulce visión de la vida que ofrece su contemporáneo, el pintor Murillo.

10.    Rococó, Neoclasicismo y Romanticismo
 
10.1. Rococó
 

El columpio, obra de Fragonard
El barroco tardío (siglo XVIII) se llama rococó y tiene algunas peculiaridades, aunque las principales características del barroco están presentes en esta etapa. En el rococó existe la presencia de curvas y muchos detalles decorativos (conchas, flores, hojas, ramas). Los temas relacionados con la mitología romana y griega, así como los hábitos de los tribunales también aparecen con frecuencia.

Durante el reinado de Luis XV, la vida de la corte se desarrolla en el palacio de Versalles, extendiendo el cambio artístico del palacio real y permitiendo su difusión a toda la alta sociedad francesa. La delicadeza y la alegría de los motivos rococó han sido vistos a menudo como una reacción a los excesos del régimen de Luis XIV.

La basílica de Ottobeuren (Baviera)

Si lo Barroco estaba al servicio del poder absolutista, el Rococó está al servicio de la aristocracia y la burguesía. El artista pasa a trabajar con más libertad y se expande el mercado del arte. El Rococó se presenta como un arte al servicio de la comodidad, el lujo y la fiesta. Las escenas de su pintura recogen este nuevo estilo de vida.

Con respecto a la vertiente social, se inicia un cambio en el papel de la mujer, que se convierte en organizadora de reuniones para hablar de literatura, política, juegos de ingenio o para bailar. Este entorno de alta actividad social dentro de la alta burguesía es el lugar adecuado para que los artistas se promocionen y hagan clientes. Los motivos del Rococó buscan reproducir el sentimiento típico de la vida aristocrática, libre de preocupaciones, o de novela ligera, más que batallas heroicas o figuras religiosas.

En el desarrollo y extensión del nuevo estilo dentro de la sociedad francesa, jugó un papel clave la influencia de Jeanne Antoinette Poisson, marquesa de Pompadour y amante del rey. Su interés por el arte que, como aficionada, practicaba asesorada por François Boucher o Quentin de La Tour, se transmitió a las clases acomodadas de París. La década de 1730 fue el periodo de mayor vitalidad y desarrollo del Rococó en Francia. El estilo se inició en la arquitectura y llegó al mobiliario, la escultura y la pintura (entre los trabajos más significativos, encontramos los de los artistas Jean-Antoine Watteau y François Boucher). El estilo rococó se difunde sobre todo gracias a los artistas franceses y a las publicaciones de la época.

Fue rápidamente acogido en la zona católica de Alemania, Bohemia y Austria, donde se fusiona con el Barroco germánico. En particular al sur, el Rococó germánico fue aplicado con entusiasmo en la construcción de casas y palacios; los arquitectos a menudo adornan los interiores con «nubes» de estuco blanco.

Madame de Pompadour, en un retrato por François Boucher, (1756).

En Italia, el estilo tardobarroco de Francesco Borromini y Guarino Guarini evoluciona hacia el Rococó en Turín, Venecia, Nápoles y Sicilia, mientras que el arte en la Toscana y en Roma se mantiene todavía fuertemente ligado al Barroco, pero con sus características básicas muy marcadas.

En Inglaterra, el nuevo estilo fue considerado como «el gusto francés por el arte». Los arquitectos ingleses no seguirían el ejemplo de sus colegas continentales, a pesar de que la platería, la porcelana y las sedas sí estuvieron fuertemente influenciadas por el Rococó. Thomas Chippendale transformó el diseño del mobiliario inglés mediante el estudio y la adaptación del nuevo estilo. William Hogarth contribuyó a crear una teoría sobre la belleza del Rococó; sin referirse intencionadamente al nuevo estilo, afirmaba en su obra Análisis de la belleza (1753) que la curva en S presente en el Rococó era la base de la belleza y de la gracia presente en el arte y en la naturaleza.

El fin del Rococó se inicia en torno a 1760, cuando personajes como Voltaire y Jacques-François Blondel extienden la crítica sobre la superficialidad y la degeneración del arte. Blondel, en particular, se lamentó de la «increíble mezcla de conchas, dragones, cañas, palmas y plantas» del arte contemporáneo. En 1780 el Rococó deja de estar de moda en Francia y es reemplazado por el orden y la seriedad del estilo neoclásico impulsado por Jacques-Louis David.

El Rococó se mantuvo popular fuera de las grandes capitales y en Italia hasta la segunda fase del Neoclásico, cuando el llamado estilo Imperio se impone gracias al impulso del gobierno napoleónico.

Un renovado interés por el Rococó aparece entre 1820 y 1870. Inglaterra es la primera en revalorar el estilo Luis XIV, que es como se denominaba erróneamente al comienzo. Con esta moda, se llegaron a pagar cifras importantes por objetos rococó de segunda mano que se podían encontrar en París. En Francia, sólo artistas importantes como Delacroix y mecenas como la emperatriz Eugenia dan valor nuevamente al estilo. 

Arquitectura: 

Una de las características del estilo rococó será la marca de diferencia entre exteriores e interiores. El interior será un lugar de fantasía y colorido, mientras la fachada se caracterizará por la sencillez y la simplicidad. Se abandonan los órdenes clásicos, y las fachadas de los edificios se distinguirán por ser lisas, teniendo, como mucho, unas molduras para separar plantas o enmarcar puertas y ventanas. La forma dominante en las edificaciones rococó era la circular. Un pabellón central, generalmente entre dos alas bajas y curvas y, siempre que era posible, rodeado de un jardín o inmerso en un parque natural. Otras edificaciones podían tomar la forma de pabellones encadenados, en contra del típico edificio «bloque», propio de la etapa anterior.

Palacio Solitude (Stuttgart), un exponente de la arquitectura rococó en la Alemania meridional.

En este momento la ventana aumenta progresivamente de medida, hasta la puertaventana o «ventana francesa», obteniendo una interrelación entre interior y exterior que consigue la ideal fusión con la naturaleza, con el paisaje y el entorno. Se descartan los marcos en ángulo recto, demasiado rígidos, y se adoptan ventanas arqueadas. Se elimina o reduce el uso de esculturas monumentales, limitándolas a la ornamentación de los jardines.

Mesa de la factoría de Sèvres de Martin Carlin. 1772.

En cualquier caso, el aspecto más destacable de los interiores rococós es la distribución interna. Los edificios tienen estancias especializadas para cada función y una distribución muy cómoda. Las habitaciones se diseñan como un conjunto que, con una marcada funcionalidad, combina ornamentación, colores y mobiliario.

Por su misma naturaleza, estas tendencias arquitectónicas tuvieron muy poco reflejo en las construcciones oficiales, fueran laicas o eclesiásticas. En cambio, el nuevo estilo fue perfecto para las residencias de la nobleza y la alta burguesía, las clases más ansiosas de cambiar según los nuevos cánones y las más dotadas de medios económicos para conseguirlo.

Palacio de Sanssouci, Potsdam.

En Alemania, especialmente en Baviera, el Rococó entra con mucha fuerza y supera las fórmulas barrocas. Destaca, a diferencia de Francia, la capacidad de adecuar el estilo a construcciones religiosas que consiguió el Rococó alemán. Entre los autores de las obras más destacadas encontramos a artistas franceses y alemanes como François de Cuvilliés, Johann Balthasar Neumann y Georg Wenzeslaus von Knobelsdorff, que realizaron la preparación de Amalienburg cerca de Múnich, la residencia de Wurzburgo, Sanssouci en Potsdam, Charlottenburg en Berlín, los Palacios de Augustusburg y Falkenlust en Brühl, Bruchsal, el Palacio Solitude de Stuttgart y Schönbrunn en Viena. 

Escultura: 

La escultura es otra área en la cual intervinieron los artistas del rococó. Étienne-Maurice Falconet (1716–1791) es considerado uno de los mejores representantes del Rococó francés. En general, este estilo fue expresado mejor mediante la delicada escultura de porcelana, más que con estatuas marmóreas e imponentes. El mismo Falconet era director de una famosa fábrica de porcelana en Sèvres. Los motivos amorosos y alegres son representados en la escultura, así como la naturaleza y la línea curva y asimétrica.

Cupido de Edmé Bouchardon (1750).

El diseñador Edmé Bouchardon representó a Cupido tallando sus dardos de amor con el garrote de Hércules, un símbolo excelente del estilo rococó. El semidiós es transformado en un niño tierno, el garrote que rompe huesos se transforma en flechas que golpean el corazón, en el momento en que el mármol es sustituido por el estuco. En este periodo podemos mencionar a los escultores franceses Jean-Baptiste Lemoyne, Robert le Lorrain, Michel Clodion y Pigalle. 

Pintura: 

A pesar de que el Rococó debe su origen puramente a las artes decorativas, el estilo mostró su influencia también en la pintura, llegando a su máximo esplendor en la década de 1730. Esta pintura debe llamarse propiamente como Pintura Galante y no como Pintura Rococó, pues este término engloba el contexto estético en que se encontraba. Los pintores usaron colores claros y delicados y las formas curvilíneas, decoran las telas con querubines y mitos de amor. Sus paisajes con fiestas galantes y pastorales a menudo recogían comidas sobre la hierba de personajes aristocráticos y aventuras amorosas y cortesanas. Se recuperaron personajes mitológicos que se entremezclan en las escenas, dotándolas de sensualidad, alegría y frescura.

Peregrinación a Cythera de Jean-Antoine Watteau (1721).

El retrato también fue popular entre los pintores rococós, en el que los personajes son representados con mucha elegancia, basada en la artificialidad de la vida de palacio y de los ambientes cortesanos, reflejando una imagen amable de la sociedad en transformación.

Jean-Antoine Watteau (1684–1721) es considerado el más importante pintor rococó, creador de un nuevo género pictórico: las «fêtes galantes» (fiestas galantes), con escenas impregnadas con un erotismo lírico. Watteau, a pesar de morir a los 35 años, tuvo una gran influencia en sus sucesores, incluidos François Boucher (1703–1770) y Jean-Honoré Fragonard (1732–1806), dos maestros del periodo tardío. También el toque delicado y la sensibilidad de Thomas Gainsborough (1727–1788) reflejan el espíritu rococó. 

10.2. Neoclasicismo
 
Magdalena penitente, obra de Antonio Canova (1794-1796)


Su nacimiento se gestó en dos centros principalmente: París y Roma.

Su cuerpo teórico estuvo contenido en la Enciclopedia francesa de Diderot, orientando el arte en sentido racional, rechazando la superficialidad del Rococó y el ilusionismo del Barroco.

Agregó a la pintura un valor didáctico y moralizante, considerando imprescindible el conocimiento científico de las fuentes clásicas.

Buscan resucitar los modelos del Arte Antiguo, porque veían en ellos encarnadas la virtud y así lograr la perfección del mundo.

Este nuevo estilo fue llamado “verdadero estilo”.

Johann Joachim Winckelmann, a menudo llamado "el padre de la arqueología".

El término “neoclásico”, no se empleo desde el principio, sino que se les aplicó más tarde de forma despectiva, porque se consideró a esta corriente carente de originalidad.

Las obras neoclásicas llevan una fuerte carga racionalista producto de la ilustración, es decir, que predomina lo que se puede entender y rechazan todo aquello que venga impuesto por la fe o la tradición.

Promueven, fomentan y prevalecen los temas que manifiesten las ideas liberales de la época como la  igualdad, la fraternidad, la libertad. 

Roma (la ciudad eterna) fue  la cuna donde se reunieron la mayor parte de los artistas, intelectuales y teóricos neoclásicos para asentar las bases de este nuevo estilo y difundirlo por toda Europa. Entre ellos están: el bohemio alemán Antonio Rafael Mengs, la suiza Angélica Kauffmann, el italiano Pompeo Batoni, el frances Joseph Marie Vien, el escocés Gavin Hamilton y el americano Benjamín West.

Su principal generador teórico fue Winckelmann quién proponía una  vuelta total a la Antigüedad, buscando asociar los modelos estéticos, morales y políticas en todas las manifestaciones artísticas. También determino como modelo adecuado para el “nuevo estilo” el arte griego  definiéndolo como un arte de “noble sencillez  y una serena grandeza”.

La expresión plástica de Winckelmann, es decir, el artista que mejor plasmo las ideas de éste teórico fue Antonio Rafael Mengs.

Una de las obras más representativas del Neoclasicismo es la pintura mural de “El Parnaso”, realizado en 1790 para la villa romana del cardenal Albani, pintada por Antonio Rafael Mengs.

El juramento de los Horacios, obra de Jacques-Louis David.

En las épocas más avanzadas del neoclasicismo destaca el francés Jaques-Louis David (1748 - 1825) quien utiliza el “Nuevo estilo” como arma ideológica contra el barroco, así como expresión de su ideales revolucionarios (ideas de la ilustración). Sus principales obras son  “El juramento de los Horacios”,  “Andrómana llorando la muerte de Héctor”, “Belisario pidiendo limosna” y “La muerte de Sócrates”.

Después de David destaca su discípulo J. Aguste Ingres quien llega a rozar la frontera con el romanticismo. Sus principales obras son: La gran bañista, La gran odalisca y Napoleón en su trono imperial. 

Arquitectura:

Proliferan las construcciones que mejoran la vida humana como hospitales, bibliotecas, museos, teatros, parques etc., todos pensados en carácter monumental. Se buscan modelos arquitectónicos de validez universal principalmente imitando los modelos clásicos (romanos y griegos).

Buscan más la funcionalidad que el ornato o decoración; buscan que los elementos decorativos tengan también una función esencialmente  práctica (evitan los adornos excesivos e inútiles), en definitiva se busca una arquitectura con lógica.

Puerta de Brandeburgo. Berlin.

Sus modelos son Grecia, Roma, tiene gran relevancia el descubrimiento de las ruinas de Pompeya y Herculano. También toman de modelo las construcciones de  Egipto y Asia Menor. 

Sus representantes son: el francés Marc-Antoine Laugier, el italiano Francesco Milicia, el alemán Carl Gotthard Langhans que se basas en los propileos de Atenas para configurar su Puerta de Brandenburg en Berlin.

Otro ejemplo es la entrada del Downing Collage de Cambridge (1806) del inglés William Wilkins. La Iglesia de la Gran Madre de Dio en Turín y San Francesco de Paola en Nápoles (copian el Panteón  de Roma, reproduciendo el pórtico octástilo y el volumen cilíndrico).

Fachada de la catedral de Pamplona (Navarra)

Las esculturas neoclásicas se realizaban en la mayoría de los casos en mármol blanco, sin ninguna policromía, porque así eran los modelos de esculturas antiguas que se conocían. En ellas destaca  la sencillez y la serena belleza que Winckelmann había encontrado en todas las esculturas griega.  

Escultura:

En este mismo sentido se desarrollaron las teorías de Gotthold Ephraim Lessing (1729-1781) que en su libro Laocoonte (1766) había tratado de fijar una ley estética con carácter universal que pudiera guiar a los artistas en su producción; sus concepciones sobre la moderación en las expresiones y en el plasmado de los sentimientos fueron de sus principales reglas para el modelo neoclásico.

Así, los escultores de fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, crearán obras en la que prevalecerá una sencillez y una pureza de líneas que los apartará del gusto curvilíneo del Barroco.

En todos ellos el desnudo tiene una notable importancia ya que se busca  rodear las obras de una cierta intemporalidad. Los modelos griegos y romanos, los temas tomados de la mitología clásica y las alegorías sobre las virtudes cívicas llenaron los relieves de los edificios, los frontones de los pórticos y los monumentos, como arcos de triunfo o columnas conmemorativas.

Psique reanimada por el beso del amor de Antonio Canova.

El retrato también ocupó un importante lugar en la escultura neoclásica, dandole mayor relieve a la producción de bustos; Antonio (1757-1822) representó a Napoleón como Marte (1810, Milán) y a su hermana Paulina Bonaparte como Venus Victrix (1807, Roma) tomando así los modelos de los dioses clásicos.

Muchos escultores  prefirieron un retrato idealizado pero al tiempo realista que captara el sentimiento del retratado, como Jean-Antoine Houdon (1741-1828) con su Voltaire anciano (Museo del Hermitage) o el bello busto de la Emperatriz Josefina (1806, Castillo de Malmaison) de Joseph Chinard (1756-1813). 

Antonio Canova (1757-1822) y Bertel Thorvaldsen (1770-1844) resumen las distintas tendencias de la escultura neoclásica. Mientras Canova llega al clasicismo desde una formación barroca y configura un estilo de gran sencillez racional; el danés Thorvaldsen siguió más directamente las teorías de Winckelmann hasta conseguir un estilo voluntariamente distante y frío que copia fuertemente las esculturas griegas. 

Jasón, obra de Bertel Thorvaldsen

La pintura neoclásica:

Como las demás artes, en la pintura también se busca una mayor sobriedad en la forma y en  los fondos, tratando de volver a los ideales clásicos (sencillez y  armonía).

El principal problema al que se enfrentan los pintores neoclásicos es que no tienen demasiados modelos clásicos ya que no se conservan pinturas de esa época  por lo que toman las obras escultóricas como fuente de inspiración.

La fuente, obra de Jean Auguste Dominique Ingres

Predomina la forma o el dibujo sobre el color, se llega a decir que algunas de las obras de pintura neoclásica son “monocromas”. El resultado total es que la pintura además de de ser sencilla y sobria también se presenta fría.

El apogeo de este tipo de pintura se da sobre todo en la época de la Revolución Francesa y su más grande representante es Jacques-Louis David y con él, Francia se convierte en la cuna de la pintura neoclásica.

Los pintores buscan exaltar los héroes nacionales (especialmente Napoléon) y los valores patrios; también con un lenguaje plástico heroico (es decir, con formas y temas revolucionarios) tratan de plasmar los ideales liberales (republicanos), de ahí que se esfuercen por representar leyendas de honor, valor, valentía y libertad. 

10.3. Romanticismo

El caminante sobre el mar de nubes (1818), obra de Caspar David Friedrich.


El romanticismo fue un movimiento cultural y político que nace en Alemania y Reino Unido como reacción al racionalismo producido por las ideas de la ilustración y el clasicismo, exaltando sobremanera el sentimiento.

Durante el siglo XVIII la mayor parte de las obras artísticas importantes se polarizan a la Arquitectura, ya que son éstas las más adecuadas a los fines del barroco. Sin embargo, a finales del siglo surgen en Inglaterra un grupo nutrido de pintores que hacen resurgir la fama británica en este aspecto.

La pintura romántica inglesa tiene las siguientes características que lo diferencian de los demás: se limita a los retratos sencillos, realistas y paisajes exteriores (naturaleza) o eventos costumbristas, en ellos se busca destacar la figura del individuo. Del  nutrido grupo de artistas ingleses destacan: Joshua ReynoldsJohn Rusell entre otros.

En Alemania los autores románticos no se distinguen de los neoclásicos, destacando en esta época Mengs y David Friedrich.

El culmen de este periodo artístico se da con la formación de varios grupos de artistas que buscan la exaltación de lo espiritual y religioso como sentimiento gobernante, de ello destacan dos grupos:

  • La  “Hermandad de los nazarenos” (idearon un modo de vida a la usanza de la Edad Media recuperando sus valores tradicionales y religión) destaca Overbeck, Pforr, Carosfeld y Cornelius. 
  • Los “Prerrafaelitas” ya que buscaban inspirarse en la pintura del autor italiano Rafael (s XIV y s XV), ellos no solo buscaban la renovación de la pintura, al igual que los románticos, sino también la elevación de esta a un modo de culto a la belleza y a la armonía. Sus principales pintores son: Millais, Hunt y Rosetti.